El término fascismo es, posiblemente, uno de los más utilizados
en la terminología política e histórica. El fascismo, en sentido estricto, es
un movimiento político que nació en Italia ligado a la figura de Benito Mussolini.
El uso del término fascismo se ha extendido para referirse a
los movimientos autoritarios y totalitarios de “extrema derecha” que nacieron
en el período de entreguerras en Europa. El ejemplo más relevante fue la versión
alemana encabezada por Adolf Hitler, el nacional-socialismo
(nazismo). En España, en cierta medida, para muchos la dictadura de Franco tuvo rasgos típicos del fascismo
y lo incluyen junto al fascismo italiano y alemán, aunque ya expliqué por qué el franquismo no es un tipo de
fascismo.
El fascismo
italiano: Mussolini
Mussolini comenzó su
andadura política en el Partido Socialista italiano. También era el
director del diario Avanti, periódico
de cabecera del socialismo italiano. Cuando estalló la Gran Guerra en 1914,
dicho partido se hallaba dividido con respecto a la política que debía adoptar.
Un grupo se adhería a los principios rígidos del marxismo, en el segundo grupo
influía profundamente el odio tradicional en contra de Austria y, en su
opinión, la primera tarea de los italianos debía ser la de libertar a sus
hermanos irredentos. Comenzando Mussolini a apoyar al primer grupo, se dio
cuenta que por dicho camino perdería la fama que ya tenía por aquella época y
finalmente cambió de opinión y se convirtió en el defensor más fanático del
ataque que Italia debía lanzar en contra de Austria. 1
El fascismo se creó entonces mediante la nacionalización de
determinados sectores de la izquierda revolucionaria, y quienes desempeñaron el
papel central en su orientación conceptual fueron sindicalistas revolucionarios
-intelectuales o teóricos que procedían
de la matriz marxista y del Partido Socialista- que abrazaron el
nacionalismo extremista. Más adelante se creó el programa de los fundadores del
fascismo en 1919, en el que se pedía la instalación de una república, en lugar
de la monarquía, y la implantación de reformas
radicalmente democráticas y socialistas. 2
El programa de los fascistas, tal y como se formuló en 1919,
era vehementemente anticapitalista. Cuando los fascistas llegaron al poder,
habían olvidado los puntos de su programa que se referían a la libertad de
pensamiento y de imprenta y al derecho de asociación. En este sentido fueron
discípulos de Bujarin y Lenin. Era una política intervencionista, pero con los
años se aproximó más y más al patrón
nazi del socialismo. 3 Pero Mussolini no podía permanecer mucho
tiempo sin una filosofía económica de su propia invención. El fascismo se hizo
pasar como una filosofía nueva, ignorada hasta entonces y desconocida en todas las
demás naciones.
Del deshecho de las utopías socialistas, los sabios del
fascismo exhumaron la idea del
socialismo gremial (socialismo corporativo). Esta variedad de socialismo
había sido muy popular entre los socialistas británicos en los últimos años de
la Primera Guerra Mundial y en los siguientes al Armisticio. Pero resultaba tan
impráctico que pronto desapareció de la literatura socialista. Cautivó a mucho
público, dentro y fuera de Italia, y se escribieron innumerables libros,
folletos y artículos en elogio del “stato corporativo”. Todo se redujo a
palabras vacías, pues los fascistas nunca hicieron intento alguno para llevar a
la práctica el programa corporativista, el self-government industrial, y no
había tal autogobierno de las corporaciones, pues el gabinete fascista no toleró la intromisión de nadie en su control absoluto
de la producción. Todos los planes para el establecimiento del sistema
corporativo permanecieron en letra muerta.
En definitiva, el fascismo no era un producto original de la
inteligencia italiana, como proclamaban sus defensores, pues comenzó por una
escisión en las filas del socialismo marxista, que fue una doctrina importada
sin lugar a dudas. Su programa económico
era prácticamente idéntico al del socialismo alemán no marxista, y su
agresividad, copiada de los Alldeutsche o pangermanistas, precursores de los
nazis. La forma de conducir los asuntos públicos era una réplica de la
dictadura de Lenin, y el corporativismo,
ese adorno ideológico objeto de tanta propaganda, tenía origen británico. El
único ingrediente autóctono del fascismo fue el estilo teatral de sus
procesiones, exhibiciones y festivales. 4
El historiador César Vidal también ha dejado clara la
condición socialista del fascismo haciendo referencia a las siguientes palabras
del Duce: "Durante toda mi vida fui
socialista internacionalista. Cuando estalló la Gran Guerra vi que todos
nuestros partidos que eran internacionalistas se convirtieron en socialistas nacionalistas. Eso me pasó
a mí y eso es el fascismo". ¿Alguna
duda de que el fascismo era y es socialista? Mussolini despejó esas dudas.
Continúa Vidal comparando la figura de Mussolini con la de
Lenin en el primer cuarto del siglo XX, ambos reconocidos internacionalmente.
Se basa en el marcado carácter
anti-liberal de ambas ideologías, fascismo y comunismo, por lo que ambas
formulaciones demostraron parecerse más entre sí que con los regímenes
democráticos liberales. “Tanto fascismo como bolchevismo se definían como
estados totalitarios que deseaban absorber el control de todos los
comportamientos ciudadanos (…) Pese a ser un hecho frecuentemente olvidado, de
manera no del todo desinteresada, la
nacionalización de la propiedad vino impulsada desde principios de siglo por el
bolchevique Lenin y el fascista Mussolini”, palabras del propio historiador
en su artículo La dictadura de Mussolini.
El fascismo
alemán: Hitler y el nacional-socialismo (nazismo)
Si bien se puede hablar del socialismo en el fascismo
italiano, no es menos abundante la figura de este movimiento ideológico dentro
del nacional-socialismo alemán, como su propio nombre indica: nacionalismo y
socialismo, aunque suene a contradicción. Mussolini ya se había referido antes
al paso del socialismo internacionalista al socialismo nacional. Hitler no iba,
ni quería, ser menos.
Las primeras referencias que podemos encontrar en el nazismo
hacia el socialismo están en los llamados 25 puntos del Partido Nacional
Socialista Obrero Alemán (en alemán NSDAP). Medidas como nacionalizar empresas, negocios y propiedades, dejaban claramente
marcado la tendencia hacia una economía
planificada centralmente desde el Estado. La filosofía de los nazis, del
Partido Nacional Socialista, fue la
manifestación más pura y completa del espíritu anticapitalista y socialista
de aquella época, junto con los bolcheviques encabezados por Lenin.
Normalmente se suele
identificar al Estado nazi como capitalista, ya que muchos piensan que la
mayoría de las industrias en la Alemania nazi aparentemente quedaban en manos
privadas. Ludwig Von Mises aportó su propia investigación y llegó a la
siguiente conclusión: la propiedad
privada de los medios de producción existía solo nominalmente bajo los nazis y
la sustancia real de la propiedad de los medios de producción residía en el
gobierno alemán. Pues era el gobierno alemán, y no los propietarios
privados nominales, el que ejercía todos los poderes sustantivos de propiedad: él, no los propietarios privados, decidía
que se iba a producir, en qué cantidad, por qué métodos y a quién se iba a
distribuir, así como los precios que se cobrarían y los salarios que se
pagarían y qué dividendos u otras rentas se permitiría percibir a los
propietarios privados nominales.
Mises identifica la introducción
de controles de precios y salarios en Alemania a partir de 1936. Se
impusieron como respuesta a la inflación
de la oferta monetaria llevada a cabo por el régimen desde el momento de su
llegada al poder. El régimen nazi infló la oferta monetaria como medio de
financiar el enorme aumento en el gasto público que requerían sus políticas.
Como vemos, en la Alemania nazi no había
capitalismo, todo era control por
parte del Estado, del régimen de Adolf Hitler, nada se quedaba fuera de sus
manos, una economía totalmente planificada. Ni rastro de libre mercado, y por
tanto, ni rastro de capitalismo.
Éste fue el socialismo instituido por los nazis. Mises lo
llamó el socialismo de patrón alemán
o nazi, frente al socialismo más evidente de los soviéticos, al que llamó socialismo de patrón ruso o
bolchevique.
Los propios nazis no
escondían ser socialistas. Como he dicho antes, el propio nombre de
nacional-socialismo deja patente la inclusión socialista en el nazismo. Pero
incluso en algunos discursos decían a las masas que su objetivo era el
capitalismo, había que acabar con él como buenos socialistas que eran. Como
prueba de esto un discurso del propio
Hitler en el que dijo sus famosas palabras: “Nosotros somos socialistas,
somos enemigos del sistema económico capitalista actual porque explota al que es débil desde el punto de vista
económico, con sus salarios desiguales, con su evaluación indecente de un ser
humano según tenga riqueza o no la tenga, en vez de evaluar la responsabilidad
y la actuación de la persona, y estamos decididos a destruir este sistema
capitalista en todos sus aspectos”. También fue Gregor Strasser quien puso de relieve el anticapitalismo del
nacional-socialismo: “La lucha contra el capital financiero internacional era el punto
programático más importante en la lucha de la Nación alemana para su
independencia económica y su libertad". Por otra parte, es bastante
conocida la vertiente socialista del propio Strasser.
Volviendo al tema de los parecidos entre comunismo y
fascismo, Pacto en plena Segunda Guerra Mundial entre nazis y soviéticos
incluido, las políticas de ambos regímenes eran muy parecidas. Cuando la
política soviética de exterminio en masa de todos los disidentes y de violencia
despiadada, suprimió las inhibiciones en contra del asesinato al por mayor, que
todavía inquietaban a ciertos alemanes, nada pudo detener por más tiempo el
avance del nazismo. Esta doctrina se
apresuró a adoptar los métodos soviéticos e importó de Rusia el sistema de
un solo partido y el predominio de este partido en la vida política; la
posición principalísima que se asignó a la policía secreta; los campos de
concentración; la ejecución o el encarcelamiento administrativo de todos los
contrarios; la exterminación de las familias de los sospechosos y de los
desterrados; los métodos de propaganda; la organización de partidos filiales en
el extranjero y su utilización a fin de combatir a sus propios gobiernos, así
como para llevar a cabo trabajos de espionaje y sabotaje; el empleo de los
servicios diplomático y consular para fomentar la revolución. En ninguna parte hubo discípulos más
dóciles de Lenin y Stalin que los propios nazis. 5
El plan nazi abarcaba más y era más pernicioso que el de los
marxistas. Trataba no solamente de abolir el laissez-faire en la producción de
bienes materiales, sino también en la producción de los hombres. El Führer no sólo era el director general
de todas las industrias; también era el director general del “criadero”
destinado a producir hombres superiores y a eliminar los de calidad inferior.
Debía ponerse en práctica un plan grandioso de eugenesia conforme a principios “científicos”.
En el comunismo (el socialismo real) no se quedan atrás, siendo la ideología
que más muertes tiene a sus espaldas en los diferentes regímenes del siglo XX
(y lo que llevamos de siglo XXI).
Por tanto, el socialismo estuvo presente tanto en el
fascismo italiano como en el fascismo alemán, reconocido por los propios
protagonistas. Como he dicho alguna vez que otra, el socialismo es violencia y coacción, estatismo puro y duro. En
Italia Mussolini, en Alemania Hitler y en la URSS Lenin y Stalin, las cabezas
visibles del estatismo en política. Pese a lo que algunas personas dicen, hemos
visto que el nazismo no era capitalista, ni mucho menos. La ignorancia de
algunos y la pasividad de otros han ido contaminando con esa idea del
nacional-socialismo capitalista.
El gran parecido
entre los regímenes fascistas y comunistas no es casualidad. Es
consecuencia del socialismo y estatismo, dos caras de la misma moneda, que
impregnaba a los tres Estados totalitarios más famosos del siglo XX. En
nosotros queda condenar sus políticas liberticidas y convencer con la palabra y
no con la violencia que el socialismo no ha traído nada bueno al mundo, al
igual que ni los fascismos ni el comunismo soviético llevaron el progreso a sus
respectivos países. En nosotros queda también rechazar a quienes quieran
repetirlo.
1: Mises, Ludwig Von; Socialismo, pp. 589, 590.
2: Payne, Stanley; El fascismo, pp. 28-30.
3: Mises, Ludwig Von; op. cit., p. 591.
4: Mises, Ludwig Von; op. cit., p. 593.
5: Mises, Ludwig Von; op. cit., pp.
595, 596.
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