jueves, 20 de julio de 2017

Antifranquistas, pero no del todo

Esta semana (concretamente el 18 de julio) se conmemora el 81º aniversario del Alzamiento Nacional contra el Frente Popular que dirigía la II República Española por aquel entonces, un modelo de Estado que no era democrático, ni en sus comienzos ni en su final y que dejó tanto que desear que hasta los padres espirituales - Gregorio Marañón, Pérez de Ayala y Ortega y Gasset - dijeron que no fue lo esperado.
Como todos los años por estas fechas, la propaganda antifranquista inunda todos los medios de comunicación y redes sociales, también la política, sobre todo desde posiciones de izquierda y extrema izquierda. Antifranquistas dicen ser, aunque defiendan políticas públicas puestas en marcha en la dictadura y la base política y económica de un Estado que lo controla todo, fuera de caminos democráticos y liberales.
Hablan de nacionalizar la industria. Ahí tienen el experimento franquista con el INI (Instituto Nacional de Industria), que culpaba a la iniciativa privada y al capitalismo de no dejar prosperar la industria española. Resultado: el INI fue una ruina hasta el Plan de Estabilización y la correspondiente apertura comercial y económica, a finales de los 50 y comienzos de los 60.
Hablan de nacionalizar la agricultura, de ir más allá de la PAC y retomar la soberanía. Ahí tienen el SNT (Servicio Nacional del Trigo), que comenzó fijando precios máximos (escasez) y terminó subvencionando la producción (excedente). Con la escasez se produjo lo que se conoce como los “años del hambre” en la década de los 40. Según las autoridades franquistas, ésta década fue consecuencia de la Guerra Civil, pero historiadores económicos como Prados de la Escosura han demostrado que fue consecuencia de la intervención en el mercado del trigo, lo que produjo escasez primero (cartillas de racionamiento) y excedente después.
Antifranquistas pero también defienden con mucho ímpetu el sistema social creado por la dictadura, con la Seguridad Social y el salario mínimo a la cabeza (intervención del mercado laboral). Además, curiosamente, con los mismos argumentos: dar protección social al pueblo español a través del Estado, desconfiando y demonizando el capital privado y la libertad económica.
Quienes se dicen antifranquistas, pero ocultan su otra cara (comunistas y socialistas), suelen coincidir con la dictadura franquista en su visión de la economía (controlada por un Estado en sus manos), pero también de la política (limitaciones severas a libertades civiles y políticas). No son tan antifranquistas como dicen. En el fondo coinciden y lo saben, pero la hegemonía cultural ha demostrado que queda mejor decir que defienden la “democracia” de la dictadura del proletariado, la “democracia” de la revolución cubana. No son más que caras de la misma moneda.
81 años después, siguen trayendo la división y el antagonismo a la política española. Como ya hicieran sus referentes del Frente Popular y sus admirados Lenin y Stalin. Antifranquistas contra la dictadura mientras visten camisetas del Che y llevan banderas soviéticas repitiendo consignas leninistas. Hablamos de gente con muy poca integridad moral, desde luego.

* Publicado en La Razón

martes, 11 de julio de 2017

¿Y más allá de la independencia?

El 1 de octubre tendremos ante nosotros otro referéndum por la independencia de Cataluña. Ya sabemos, por lo que ocurrió hace tres años, que dicho referéndum es ilegal e inconstitucional. Ahora, en toda una reiteración de las élites políticas catalanas, van adelante, más insistentes que nunca en su idea de una Cataluña independiente y piensan en cualquier cosa para llevarlo a cabo.
El relato independentista se basa, sobre todo, en tres ejes. El primero es de la opresión del “Estado español” hacia Cataluña. Inhabilitaciones y anulaciones de referéndum refuerzan esa idea en el imaginario independentista, presentándose ante su rebaño como perseguidos (el “Estado autoritario” -que diría Puigdemont- vs los demócratas de Cataluña). Nada más lejos de la realidad; los que de verdad son perseguidos en Cataluña son aquellos ciudadanos que no comulgan con las élites que promueven la independencia, movilizando toda una serie de elementos marginales y discriminatorios hacia los que no siguen el juego.
El segundo eje, que tiene que ver con el primero, es el de “Espanya ens roba”. Algo que a todas luces es falso. Cataluña encabeza la lista de deuda por CCAA, con 75.000 millones de euros (datos del Banco de España): más de la mitad proviene del Estado central, la cual no ha cortado el grifo en ningún momento para financiar a la autonomía catalana. Por otro lado, el argumento de que Cataluña aporta más al Estado central de lo que recibe, aun siendo cierto, hay que señalar que otras autonomías -como la Comunidad de Madrid- salen peor paradas (como muestra el Sistema de Cuentas Públicas Territorializadas) y no por ello Madrid se convierte en un foco de odio al resto de España y un cuento basado en la independencia.
El tercer eje tiene que ver con 1714, que aprovechan los nacionalistas catalanes para proyectar una imagen de Cataluña que nada tiene que ver con la realidad: así, no dudan en manipular la historia con la Diada e intentan hacer ver que en 1714 tuvo lugar una batalla entre Cataluña (que resistió más tiempo que otros que también apoyaron al archiduque Carlos) y el resto de España, ya en manos de Felipe V. La realidad es que fue una guerra entre los partidarios de ambos aspirantes a la Corona, pero no entre Cataluña y España. En todo proyecto político autoritario (y una Cataluña dependiente de ERC y la CUP lo es), la mentira es algo básico para llevar adelante dicho proyecto. Manipular para conseguir el apoyo de las masas.
El populismo nacionalista catalán busca la construcción hegemónica del pueblo catalán, separándolo del resto de España (el no pueblo) y persiguiendo a todo aquello que no tenga que ver con su idea de Cataluña, como demuestra la gestión de PdeCat y ERC al frente de la Generalidad. Pero la antigua Convergencia tiene un problema: es el ‘tonto útil’ de ERC y anticapitalistas. En una Cataluña independiente, los herederos de Pujol y Mas serian desechados para llevar a cabo la implantación completa de una república catalana de extrema izquierda, y ahí el PdeCat es visto como un partido ‘burgués’.
El proyecto independentista solo se sustenta con mentiras, propaganda y adoctrinamiento (ni siquiera son mayoría). Pero no hay propuestas reales sobre una Cataluña independiente. A la hora de hablar de políticas públicas y el desarrollo post independencia, los independentistas contestan con más propaganda.
Solo hay una cosa clara: si manejan de esa forma una comunidad autónoma, imaginen cómo controlarían un Estado independiente en sus manos, donde ellos sean la autoridad central y nadie les pare los pies a sus delirios de grandeza. Allí donde no hay libertad, solo hay pobreza, destrucción y anulación de la convivencia pacífica. Algunos todavía están a tiempo de dar la espalda a un proyecto autoritario, reflejado en mentiras y adoctrinamiento. Otros, en cambio, ya han caído en la inoculación independentista.

viernes, 7 de julio de 2017

España, ¿un problema de ingresos públicos?

Desde que comenzara la crisis económica de 2007, multitud de actores políticos y sociales, sobre todo desde la izquierda, han abanderado las protestas por el supuesto bajo nivel de ingresos públicos que, según ellos, sufren las Administraciones Públicas españolas. En su opinión, este hecho estaría mermando la capacidad de desarrollo del Estado del Bienestar.
Como referencia suelen tomar los ingresos públicos del resto de países de la Eurozona, un grupo en el que España queda en las últimas posiciones. Pero casi siempre olvidan comparar a estos mismos países en relación con su gasto público. Asimismo, ignoran el comportamiento de las cuentas públicas en España en los últimos años: los ingresos se mantienen más o menos estables y son los gastos los que han crecido, lo que evidencia que no hay nada parecido a la austeridad de la que tanto hablan estatistas de derechas e izquierdas.
Por último, se olvidan de comparar a España con otros países desarrollados (OCDE), como EEUU, Japón o Suiza, donde los ingresos públicos también son relativamente bajos y el nivel de vida no tiene nada que envidiar al español.

Administración Central y Seguridad Social

Entrando en el detalle de los ingresos, echemos un vistazo por cada administración. En primer lugar, la Administración Central tuvo en 2007 unos ingresos de 146.5000 millones de euros, sin tener en cuenta las operaciones financieras. Como siempre ocurre cuando se pincha una burbuja económica, los ingresos públicos caen. Es lo que tuvo lugar durante los años 2009, 2010 y 2011, pasando de 158.800 a 106.000 millones de euros. Fue a partir de 2012, con la subida masiva de impuestos por parte del Gobierno de Mariano Rajoy y la recuperación, cuando los ingresos volvieron al nivel previo al pinchazo de la burbuja, llegando en 2016 a una cantidad de 134.800 millones de euros.

La Seguridad Social, por su parte, ha aumentado sus ingresos en estos mismos años, desde 2007, cuando ingresó 112.600 millones de euros. En el año 2012 descendió hasta los 115.100 millones de euros y en 2016 marcó su máximo histórico, con 119.400 millones. La inmensa mayoría de ingresos de esta administración pública procede de las cotizaciones que pagan los trabajadores. En 2017 se espera alcanzar el récord en esta partida, superando los 119.000 millones vía cotizaciones que se alcanzaron en el año 2008.


Comunidades Autónomas (CCAA)
En el caso de las administraciones autonómicas, se produjo un ligero descenso de los ingresos como consecuencia de la crisis económica (de 120.000 millones de euros en 2007 a 115.000 millones en 2009), hubo un repunte en 2010, para volver a bajar hasta 2013, año en el que volvió a subir la recaudación y los ingresos autonómicos en general.

Entes Locales (EELL)

Los Entes Locales engloban los Ayuntamientos, Comarcas, Mancomunidades, etc. Son las administraciones públicas más saneadas, ya que suelen presentar un déficit muy bajo o incluso cuentas saneadas con superávit.
En el caso de sus ingresos, hace un recorrido parecido a las autonomías: crecen hasta 2009 (cuando marcan su máximo con 84.000 millones de euros), decrecen (en 2011 ingresaron solamente 70.000 millones) y vuelven a crecer con el inicio de la recuperación económica a partir de 2013.

Se puede observar que, aun cayendo los ingresos en casi todas las administraciones (salvo en la Seguridad Social donde aumentan), éstos se encuentran en un nivel similar a los de 2007 (y superior al nivel pre crisis). No se puede hablar de una caída preocupante de los ingresos públicos. Aunque a aquellos que dicen que estamos ante un problema de ingresos les pueda parecer insuficiente debido a la fuerte subida de los gastos que quisieran imponer.
Si analizamos los niveles de gasto público desde 2007, sí podemos decir que tenemos un problema de gasto, que aumentó en los años de bonanza y no se ha recortado apenas desde entonces. Algunos olvidan que son los ingresos los que deben marcar los gastos, no al revés. Si no es así, lo lógico es que luego suban el déficit y la deuda pública.
* Publicado en Libertad Digital

miércoles, 5 de julio de 2017

Orgullo LGTBI

La libertad sexual es uno de los fundamentos principales de una sociedad liberal y por tanto, de las democracias liberales, las cuales alcanzaron su cúspide sobre el consenso de la reconciliación después de la II Guerra Mundial (que tanto se tambalean en la actualidad por acción y efecto de los populismos).
Por otro lado, la igualdad ante la ley es otro pilar básico de dicha sociedad, y no cabe discriminación por orientación sexual, al igual que por raza, sexo, religión, etc.
La lucha contra la homofobia (que todavía perdura por todo el globo terráqueo) ha sido siempre una bandera de aquellas sociedades más avanzadas en libertades. Ha sido y sigue siendo una acción de pedagogía de la sociedad civil, que ha sabido reconocer la libertad sexual y la igualdad ante la ley y transmitirla de padres a hijos.
Lo que se ha convertido la celebración del Orgullo LGTBI en los últimos años poco tiene que ver con el orgullo del reconocimiento de libertad sexual sin que por ello vayas a la cárcel o directamente acaben con tu vida: hoy en día, podemos observar cómo se hace gala de una orientación sexual, buscando culpabilizar al que no comparte dicha orientación de la opresión de tiempos pasados, es decir, y al igual que ocurre con el feminismo antiliberal, culpan a un colectivo por completo (por ejemplo, los hombres o los heterosexuales) y buscan una revancha hacia ellos (hacerles culpables de lo particular a lo general). Son aquellos que no buscan igualdad (igualdad ante la ley entre LGTBI y heterosexuales), sino revancha y ánimos de superioridad.
Es por ello que los lobbies LGTBI no dudan en introducir demandas de todo tipo en la agenda política, recibiendo subvenciones y marcando el camino de la hegemonía cultural al resto de la población. Algunos de esos lobbies no dudan en llegar a la altura de imponer una ideología de género, en clave marxista, por la cual todo heterosexual es opresor y todo LGTBI es oprimido. Esto conduce a la radicalización de las masas y a reproducir consignas del tipo “¡muerte al hetero!”, o que se critique la presencia de actores políticos y sociales (de los que el relato coloca en la parte de los ‘opresores’) en las manifestaciones del Orgullo, como ha ocurrido estos días con algunos dirigentes del Partido Popular.
Tampoco es de orgullo las contradicciones que cometen tantas y tantas manifestaciones LGTBI. Hablo de aquellos que llevan una bandera arco iris con el símbolo comunista (los regímenes comunistas se han caracterizado por la persecución de homosexuales, en especial desde la llegada de Stalin al poder en la URSS, pero también Mao, Pol Pot, la Revolución Cubana, etc.). Hablo de aquellos que llevan una bandera arco iris con una camiseta del Che Guevara (“el trabajo os hará hombres” era el lema de los campos de concentración - UMAP: Unidades Militares de Ayuda a la Producción - para homosexuales que organizó el sanguinario revolucionario en Cuba). Y hablo, por supuesto, de aquellos que llevan una bandera arco iris y una bandera de Palestina (ignorando por completo que en Palestina, al igual que en el mundo musulmán, no ser heterosexual está castigado, incluso con la muerte, colgando en grúas o tirando desde lo alto de un edificio a todos aquellos que no siguen la orientación sexual marcada por el islam).
Queda mucho camino por delante para llevar la pedagogía sobre libertad sexual a aquellos países en los que se sigue castigando a los LGTBI. Dicha libertad que apoyo y defiendo. Quienes buscan la libertad sexual y la igualdad ante la ley me tendrán a su lado.
Pero no me tendrán con ellos quienes que el movimiento LGTBI goce de privilegios y oriente el pensamiento en colegios, medios de comunicación, etc. Aquellos que quieren impregnar por la fuerza a toda la sociedad de una visión espuria de ésta. Los que utilizan la retórica marxista para hacer culpables a todos los heterosexuales de algo que no tienen culpa. Los que se apropian del movimiento desde posiciones de izquierdas. Esos no me tendrán al lado, sino en frente, y eso no me hace homófobo ni ‘LGTBIfobo’. Avisados quedan.

* Publicado en La Razón