Podemos definir «establishment» como aquellos poderes
políticos y económicos-financieros (élites) que mandan en sus respectivos
países, o incluso en varios de ellos a la vez a través de organismos
supraestatales, como puede ser la Unión Europea; y la relación entre ellos.
Dichos poderes son constantes en el tiempo, y no se trata tanto de personas,
sino más de ideas y acciones políticas y económicas.
Han surgido en los últimos años multitud de movimientos
anti-establishment a lo largo y ancho del mundo, como respuesta,
principalmente, a la crisis económica que comenzó a partir de 2007 y la
fractura de algunos sistemas políticos, como estamos viendo en España, basado
en un aumento del descontento de la gente (que no desafección, la cual es más o
menos constante a lo largo del tiempo) hacia sus clases dirigentes.
La idea de estos movimientos es clara: la crisis es causada
por el establishment y la solución vendrá de la mano de los anti-establishment,
por lo que a mayor nivel de crisis y más direcciones de éstas, mayor espacio
para su discurso [anti-establishment].
La crisis económica que comenzó en 2007 puso de manifiesto
el contexto perfecto para los movimientos anti-establishment actuales, basado
en un relato falso, necesario para las metas ideológicas de muchos de estos
movimientos. Se ha hecho un análisis equivocado de las causas de dicha crisis,
y por tanto, se ponen sobre la mesa soluciones también equivocadas para
intentar solucionarlo. No dejamos de leer en algunos libros y periódicos y de
oír en debates, mítines, programas de televisión, radio, etc. que la crisis
actual ha sido consecuencia del capitalismo de libre mercado (laissez-faire):
austeridad, desregulación, poder absoluto de los mercados, etc. En realidad,
nada de eso ocurrió en los años previos, ni durante los años más duros de la
crisis económica.
Así pues, los movimientos anti-establishment actuales son
movimientos políticos que llevan en su agenda política, básicamente, más control, más
intervención y la recuperación de la soberanía nacional (cedida a las
multinacionales o a la Unión Europea, el Euro, etc.). Si la crisis fue culpa
del liberalismo, necesitamos avanzar (dicen) en una nueva dirección, que sea
anti-liberal, identificando en la mayoría de ocasiones al establishment con
capitalismo radical y liberalismo (neoliberalismo lo llaman).
El anti-establishment per se no es la solución a nada;
depende del foco político-económico y las propuestas que se lleven en la agenda
política. Aunque la gran mayoría de los anti-establishment actuales son
intervencionistas y anti-liberales, puede haber movimientos en contra de las
élites que propongan menos intervención y mayor libertad y cooperación, de
verdad, entre la gente. Que defiendan una devolución de sectores estatalizados
a la sociedad civil. Como digo, el movimiento anti-establishment en cuestión depende
de la óptica política y económica que defienda.
Como he dicho antes, una de las demandas de estos
movimientos es la recuperación de la soberanía, cedida a entes que están por
encima de los Estados, o incluso, a empresas y el ‘Capital’, según dicen ellos
mismos. Recuperar soberanía puede sonar bonito, es verdad, pero estamos ante el
mismo problema: no hay soberanía individual y sigue habiendo coacción desde la
clase dirigente [ya sea considerada establishment o anti-establishment] a la
clase dirigida.
«Establishment» o «anti-establishment», nos controlan desde su
posición de poder, nos dirigen e intervienen en todo lo que pueden. Manejan la política y la economía
a su antojo. Se relacionan con empresas amigas, dando todo tipo de favores
desde su posición privilegiada. Un movimiento anti-establishment no es la solución
a nada mientras sigan haciendo un relato falso, con el que consiguen mayor
espacio político. Mientras sigan proponiendo mayor control, mayor intervención,
en definitiva, seguir aumentando el poder de la política y la burocracia sobre
los individuos, seguiremos con el mismo problema, aunque lo disfracen de “democracia”,
“pueblo”, “soberanía”, etc. También los cerdos de la granja de Orwell eran
anti-humanos y acabaron sin poder distinguir quién era cerdo y quién humano.