miércoles, 28 de septiembre de 2016

Ciudadanos: centrismo, centralismo y candidatos pocos conocidos

Las encuestas no sonreían demasiado a C’s en sus opciones de entrar en los parlamentos autonómicos de Galicia y el País Vasco, y esta vez no fallaron. El partido naranja no tendrá representación en ninguno de los dos parlamentos.

En este artículo pretendo hacer un análisis de por qué C’s no ha entrado en ninguna cámara regional. En Galicia creo que la causa es el centrismo, dentro de una autonomía que ha polarizado el discurso derecha-izquierda, además del éxito de Feijóo. Por su parte, en el País Vasco, el centralismo de C’s ha castigado sus opciones electorales. Y tampoco ha sabido atraer a los no nacionalistas, que siguen depositando la papeleta de Elkarrekin Podemos, PSOE, PP o se abstienen.

Galicia: centrismo y fortaleza del PP
En la autonomía gallega, a la luz de los resultados electorales, y como ya decían las encuestas, no había lugar para el centro político. Se iba a votar (y así ha sido) a la derecha o a la izquierda. Los propios votantes de C’s (en las generales) dudaban entre este partido, PP y PSOE como los principales destinos de su voto.

Por otro lado, C’s es un partido que allá donde ha conseguido buenos resultados, sus votos provenían en mayor medida del desencanto hacia el PP. En Galicia no ha ocurrido nada de eso y el PP ha afianzado su mayoría absoluta, cerrando un posible nido de votos hacia C’s.

Otro dato interesante es que los votantes de C’s en Galicia ven con buenos ojos al PP, en mayor medida que incluso a C’s. Según el CIS, en voto + simpatía, los votantes de C’s escogían al PP en un 33.6%, mientras que elegían a C’s en un 28.4%. Si algo queda claro viendo estos datos es que C’s, que se ha nutrido de votantes del PP (y del PSOE) en anteriores elecciones, en Galicia no lo ha conseguido.

Siguiendo con el CIS, otra pregunta que nos refleja la simpatía de los votantes de C’s hacia el PP es la relacionada con la posibilidad de votar o no a dicho partido, siendo 0 “con toda seguridad, no lo votaría nunca” y 10 “con toda seguridad, lo votaría siempre”. Aquellos que votaron a C’s en las generales, puntúan un 5.41 hacia el PP, mucho más que el resto de votantes. Por su lado, los votantes del PP puntúan solo un 4.3 a C’s.

El PP ha conseguido aumentar el número de votos y los mismos escaños (41, mayoría absoluta). C’s, por su parte, no ha logrado escaños. La causa: el centro político no ha tenido cabida en esta ocasión, en buena medida porque el PP ha reforzado su posición y el electorado de izquierdas no iba a votar a C’s, como demuestran los resultados.

País Vasco: centralismo no es buena estrategia electoral
En la autonomía vasca, el problema para C’s ha sido su centralismo. El País Vasco es una autonomía con una sociedad que se siente cómoda en el autogobierno, en la que un discurso como el de C’s no tiene cabida.

Son dos cuestiones básicas las que hacen que C’s no sea atractivo en el País Vasco. Una es su postura sobre el concierto económico vasco. La otra, las diputaciones. Dichas cuestiones son muy respetadas por la sociedad vasca y todo partido que quiera tener éxito debe respetarlas. C’s, nada más y nada menos, quiere eliminar tanto el concierto económico como las diputaciones, haciendo muy difícil que sea una opción política a tener en cuenta en esta comunidad autónoma.

El Euskobarómetro de mayo de 2015 preguntaba por el acuerdo o desacuerdo con quienes proponen la sustitución del sistema de concierto por el modelo de financiación autonómica común, obteniendo un claro rechazo mayoritario (58%), tanto entre nacionalistas (71%) como no nacionalistas (49%).

Por otro lado, el electorado no nacionalista ya está en manos de Elkarrekin Podemos, PP y PSOE, por lo que C’s tiene poco que atraer, también en esta ocasión.

Algo común: candidatos poco conocidos
Hay otro factor que ayuda a los malos resultados cosechados por C’s en Galicia y el País Vasco: los candidatos no eran conocidos. Según el CIS, la candidata por Galicia (Cristina Losada) era desconocida por el 68.1%; incluso entre los propios votantes de C’s (62%). Lo mismo ha ocurrido con el candidato del País Vasco, Nicolás de Miguel, desconocido por el electorado vasco en un 84%; y un 81.3% entre los propios votantes de su partido.

Por tanto, estos son los problemas que auguraban malos resultados para C’s en estas elecciones, como así ha ocurrido. Centrismo en Galicia sin poder atraer a electorado del PP. Centralismo en el País Vasco, una sociedad que no ve con malos ojos el autogobierno. Si a eso le añades unos candidatos que no son conocidos, tienes el resultado: 0 escaños en ambos parlamentos. 

jueves, 22 de septiembre de 2016

Proceso de investidura en el Parlamento Vasco: un ejemplo para el Congreso de los Diputados

Este domingo hay elecciones autonómicas en Galicia y en el País Vasco. Dos elecciones puestas en clave para intentar, dicen, desbloquear la investidura del gobierno central, según sean los resultados que coseche el PSOE.
Un bloqueo que no puede darse en el Parlamento Vasco. Según el Reglamento de dicho Parlamento, “en la votación pública por llamamiento para la investidura, cuando hubiera más de un candidato a lehendakari, los parlamentarios, al ser llamados para la votación pública nominal, responderán con el nombre de uno de los candidatos, o bien declararán que se abstienen” [Artículo 165, punto 11]; por lo que no se puede votar en contra del candidato o candidatos que se presentan a la investidura.

Resultado de imagen de parlamento vasco

Es un parlamentarismo por el buen camino, que “obliga” a acuerdos y pactos, ya sean de investidura o de gobierno, si uno de los candidatos quiere asegurarse la mayoría absoluta en la votación (esto también ocurre a nivel nacional). Por otro lado, se reduce al mínimo la estrategia de algunos partidos, que entienden el parlamentarismo como un mecanismo que expulse de la posibilidad de formar gobierno al partido que ha ganado las elecciones, aunque para ello haya que pactar con varios partidos, con un único fin: evitar que gobierne el partido más votado [si no es de su agrado; como ocurre con el PSOE y su rechazo al PP en la actualidad].
De diez legislaturas, en siete ha habido acuerdos de gobierno y solo en dos no ha liderado el Ejecutivo la fuerza más votada (José Antonio Ardanza [PNV] en 1986 y el socialista Patxi López en 2009). En 2012, a Íñigo Urkullu le bastó con 27 de los 75 escaños, muchos menos de la mayoría, para solventar sin problemas la investidura.
La actividad parlamentaria, una vez que hay gobierno autonómico, es igual que en cualquier parlamento, entrando con normalidad el ‘no’ a la hora de votar los presupuestos autonómicos y otras leyes y enmiendas.
Acabar con el bloqueo político que padecemos en España a nivel nacional y evitar que se repita más veces tiene algunas soluciones. Una de ellas podría ser esta, copiando el proceso de investidura del Parlamento del País Vasco y que la solución vaya más hacia que gobierne el partido más votado suprimiendo el ‘no’ en la votación de investidura [ayudado por un multipartidismo con partidos divergentes] y no hacia bloqueos y elecciones sucesivas porque el resultado no guste y no haya capacidad de acción y negociación entre los diferentes líderes y partidos políticos.

* Publicado en La Razón

jueves, 15 de septiembre de 2016

Diada: manipulación, radicalización y odio

Un año más se celebró la Diada en Cataluña. Una fiesta autonómica que debería ser para todos los catalanes, pero que en los últimos años se ha secuestrado por parte de los partidos que tienen como objetivo la independencia de Cataluña, los nacionalistas convertidos en independentistas. La Diada debería ser un día de unión de todos los catalanes, pero dicha fiesta se ha convertido en la extrema exaltación de la identidad catalana. Bueno, eso se suele pensar, pero la realidad es bien diferente.
En realidad, en estos años, la Diada se ha convertido en la exaltación del odio hacia lo ‘español’ (los independentistas lo son, aunque crean que no) y el beneplácito hacia todo aquel que camine con una ‘estelada’ al cuello (o propaganda independentista), aunque esa persona no tenga nada que ver con Cataluña, ya que lo que importa no es la identidad catalana y resaltar lo ‘catalán’, como se suele pensar, sino simplemente que se apoye la causa independentista, cayendo en una doble visión, según interese.
La manipulación de la Diada en manos de los independentistas surge al confundir adrede lo que ocurrió en 1714, en el contexto de la Guerra de Sucesión. Los independentistas hacen creer que fue una batalla entre Cataluña (que resistió más tiempo que otros que también apoyaron al archiduque Carlos) y el resto de España, ya en manos de Felipe V. La realidad es que fue una guerra entre los partidarios de ambos aspirantes a la Corona, pero no entre Cataluña y España. Como bien decía Luis Suárez hace unos días en las páginas de LA RAZÓN, “no se trataba de defender la independencia del Principado [de Cataluña], sino de ajustar las estructuras políticas de la Monarquía a las necesidades del cambio en Europa”; básicamente que “en 1714 no se hallaba en juego ninguna pretensión de independencia sino el modelo a adoptar por la nueva Monarquía”.
Unido a la caída de apoyos electorales a los partidos que llevan en su agenda la desconexión con el resto de España, este año también se ha producido una caída en la asistencia a los actos de la Diada. Pese a caer, a priori, el apoyo independentista, hay que tener cuidado, pues demuestran ser cada vez más radicales, avivados por la facción más radical de Podemos y ERC, junto a los anticapitalistas de la CUP, que son los que más exponen sus planes de desobediencia al resto del Estado a partir de la radicalidad y el extremismo.
Queda claro que el camino del independentismo catalán, mientras siga en manos de la extrema izquierda de ERC, la CUP y si se suma Podemos, será la mentira, el adoctrinamiento, la manipulación histórica y el odio hacia el resto de España. Por otro lado, el pensar que la independencia solucionaría todo tipo de problemas ipso facto, a golpe de varita mágica, con políticas anticapitalistas, que doblegaría a los catalanes bajo un yugo mayor que la supuesta «opresión del Estado español». De locos.

* Publicado en La Razón

lunes, 12 de septiembre de 2016

Hugo Chávez en la gran pantalla: el mito en el populismo

A pesar de que Venezuela está inmersa en una gran crisis, también económica, como consecuencia de las medidas populistas e intervencionistas llevadas a cabo por Chávez y Maduro, el régimen bolivariano financiará una película (y una serie) sobre la vida de Hugo Chávez.
Esto responde sencillamente a uno de los objetivos de todo populismo: la creación de un discurso modificando la realidad, la creación de mitos y la posterior identificación del «pueblo» con ese discurso-mito, como por ejemplo, llamar a Chávez el “salvador de la Patria”.
Este tipo de mecanismos, que responden a la emoción, no son nuevos en Venezuela. Durante el mandato de Hugo Chávez comenzó lo que se conoce como «hegemonía comunicacional», que no es otra cosa que adaptar los medios de comunicación a la causa populista y manejarlos al antojo desde el Poder para crear la verdad oficial, el mito. Lo explica Marcelino Bisbal en uno de los capítulos de Saldo en rojo, un libro que desarrolla el proceso de cambio en los massmedia y demás tipos de comunicación en la Venezuela chavista: «la hegemonía comunicacional no es una opción; es una obligación para la viabilidad del modelo [chavista]». Para que este tipo de hegemonía tenga éxito hay que controlar los medios, llegando incluso a cerrar los que tengan una línea diferente a la del régimen, mostrando un carácter totalitario al pretender someter a la población a una ideología particular y a una sola visión del mundo restringiendo cualquier manifestación libre del pensamiento que contraríe la verdad oficial.
La «hegemonía comunicacional», siguiendo a Bisbal, se caracteriza por querer implantar un nuevo “orden comunicacional” a través de una fuerte intervención del Estado en los medios de comunicación, hegemonía en el discurso, exclusión de actores políticos y sociales en los medios gubernamentales, una fuerte legislación que limita la libertad de expresión, eliminación de la disidencia comunicacional, cierre de fuentes informativas, generación de mecanismos de censura y autocensura, intimidación y agresión a medios y periodistas, etc. En definitiva, el nuevo “orden comunicacional” debe seguir lo dictado por el régimen, sin haber cabida a opiniones e informaciones diferentes.
Una película sobre la vida de Hugo Chávez financiada desde el régimen responde, por tanto, a esa «hegemonía comunicacional» y a la continuación del mito. Y más en un país donde la libertad de expresión y la libertad de prensa brillan por su ausencia.
Nicolás Maduro ha dicho que “no va a venir una transnacional a desfigurar a nuestro Hugo Chávez”. La realidad es que la desfiguración se lleva a cabo con películas de este tipo, cuyo objetivo es mostrar una cara irreal del mandatario bolivariano, manteniendo el mito, que es arropado todavía por parte de los venezolanos. Otros, en cambio, ya han superado la figura mitificada del ‘Comandante’ y luchan contra el régimen con la verdad por delante.

* Publicado en La Razón