sábado, 31 de octubre de 2015

Socialismo en el Fascismo

El término fascismo es, posiblemente, uno de los más utilizados en la terminología política e histórica. El fascismo, en sentido estricto, es un movimiento político que nació en Italia ligado a la figura de Benito Mussolini.

El uso del término fascismo se ha extendido para referirse a los movimientos autoritarios y totalitarios de “extrema derecha” que nacieron en el período de entreguerras en Europa. El ejemplo más relevante fue la versión alemana encabezada por Adolf Hitler, el nacional-socialismo (nazismo). En España, en cierta medida, para muchos la dictadura de Franco tuvo rasgos típicos del fascismo y lo incluyen junto al fascismo italiano y alemán, aunque ya expliqué por qué el franquismo no es un tipo de fascismo.

El fascismo italiano: Mussolini

Mussolini comenzó su andadura política en el Partido Socialista italiano. También era el director del diario Avanti, periódico de cabecera del socialismo italiano. Cuando estalló la Gran Guerra en 1914, dicho partido se hallaba dividido con respecto a la política que debía adoptar. Un grupo se adhería a los principios rígidos del marxismo, en el segundo grupo influía profundamente el odio tradicional en contra de Austria y, en su opinión, la primera tarea de los italianos debía ser la de libertar a sus hermanos irredentos. Comenzando Mussolini a apoyar al primer grupo, se dio cuenta que por dicho camino perdería la fama que ya tenía por aquella época y finalmente cambió de opinión y se convirtió en el defensor más fanático del ataque que Italia debía lanzar en contra de Austria. 1

El fascismo se creó entonces mediante la nacionalización de determinados sectores de la izquierda revolucionaria, y quienes desempeñaron el papel central en su orientación conceptual fueron sindicalistas revolucionarios -intelectuales o teóricos que procedían de la matriz marxista y del Partido Socialista- que abrazaron el nacionalismo extremista. Más adelante se creó el programa de los fundadores del fascismo en 1919, en el que se pedía la instalación de una república, en lugar de la monarquía, y la implantación de reformas radicalmente democráticas y socialistas. 2

El programa de los fascistas, tal y como se formuló en 1919, era vehementemente anticapitalista. Cuando los fascistas llegaron al poder, habían olvidado los puntos de su programa que se referían a la libertad de pensamiento y de imprenta y al derecho de asociación. En este sentido fueron discípulos de Bujarin y Lenin. Era una política intervencionista, pero con los años se aproximó más y más al patrón nazi del socialismo. 3 Pero Mussolini no podía permanecer mucho tiempo sin una filosofía económica de su propia invención. El fascismo se hizo pasar como una filosofía nueva, ignorada hasta entonces y desconocida en todas las demás naciones.

Del deshecho de las utopías socialistas, los sabios del fascismo exhumaron la idea del socialismo gremial (socialismo corporativo). Esta variedad de socialismo había sido muy popular entre los socialistas británicos en los últimos años de la Primera Guerra Mundial y en los siguientes al Armisticio. Pero resultaba tan impráctico que pronto desapareció de la literatura socialista. Cautivó a mucho público, dentro y fuera de Italia, y se escribieron innumerables libros, folletos y artículos en elogio del “stato corporativo”. Todo se redujo a palabras vacías, pues los fascistas nunca hicieron intento alguno para llevar a la práctica el programa corporativista, el self-government industrial, y no había tal autogobierno de las corporaciones, pues el gabinete fascista no toleró la intromisión de nadie en su control absoluto de la producción. Todos los planes para el establecimiento del sistema corporativo permanecieron en letra muerta.

En definitiva, el fascismo no era un producto original de la inteligencia italiana, como proclamaban sus defensores, pues comenzó por una escisión en las filas del socialismo marxista, que fue una doctrina importada sin lugar a dudas. Su programa económico era prácticamente idéntico al del socialismo alemán no marxista, y su agresividad, copiada de los Alldeutsche o pangermanistas, precursores de los nazis. La forma de conducir los asuntos públicos era una réplica de la dictadura de Lenin, y el corporativismo, ese adorno ideológico objeto de tanta propaganda, tenía origen británico. El único ingrediente autóctono del fascismo fue el estilo teatral de sus procesiones, exhibiciones y festivales. 4

El historiador César Vidal también ha dejado clara la condición socialista del fascismo haciendo referencia a las siguientes palabras del Duce: "Durante toda mi vida fui socialista internacionalista. Cuando estalló la Gran Guerra vi que todos nuestros partidos que eran internacionalistas se convirtieron en socialistas nacionalistas. Eso me pasó a mí y eso es el fascismo". ¿Alguna duda de que el fascismo era y es socialista? Mussolini despejó esas dudas.

Continúa Vidal comparando la figura de Mussolini con la de Lenin en el primer cuarto del siglo XX, ambos reconocidos internacionalmente. Se basa en el marcado carácter anti-liberal de ambas ideologías, fascismo y comunismo, por lo que ambas formulaciones demostraron parecerse más entre sí que con los regímenes democráticos liberales. “Tanto fascismo como bolchevismo se definían como estados totalitarios que deseaban absorber el control de todos los comportamientos ciudadanos (…) Pese a ser un hecho frecuentemente olvidado, de manera no del todo desinteresada, la nacionalización de la propiedad vino impulsada desde principios de siglo por el bolchevique Lenin y el fascista Mussolini”, palabras del propio historiador en su artículo La dictadura de Mussolini.

El fascismo alemán: Hitler y el nacional-socialismo (nazismo)

Si bien se puede hablar del socialismo en el fascismo italiano, no es menos abundante la figura de este movimiento ideológico dentro del nacional-socialismo alemán, como su propio nombre indica: nacionalismo y socialismo, aunque suene a contradicción. Mussolini ya se había referido antes al paso del socialismo internacionalista al socialismo nacional. Hitler no iba, ni quería, ser menos.

Las primeras referencias que podemos encontrar en el nazismo hacia el socialismo están en los llamados 25 puntos del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (en alemán NSDAP). Medidas como nacionalizar empresas, negocios y propiedades, dejaban claramente marcado la tendencia hacia una economía planificada centralmente desde el Estado. La filosofía de los nazis, del Partido Nacional Socialista, fue la manifestación más pura y completa del espíritu anticapitalista y socialista de aquella época, junto con los bolcheviques encabezados por Lenin.

Normalmente se suele identificar al Estado nazi como capitalista, ya que muchos piensan que la mayoría de las industrias en la Alemania nazi aparentemente quedaban en manos privadas. Ludwig Von Mises aportó su propia investigación y llegó a la siguiente conclusión: la propiedad privada de los medios de producción existía solo nominalmente bajo los nazis y la sustancia real de la propiedad de los medios de producción residía en el gobierno alemán. Pues era el gobierno alemán, y no los propietarios privados nominales, el que ejercía todos los poderes sustantivos de propiedad: él, no los propietarios privados, decidía que se iba a producir, en qué cantidad, por qué métodos y a quién se iba a distribuir, así como los precios que se cobrarían y los salarios que se pagarían y qué dividendos u otras rentas se permitiría percibir a los propietarios privados nominales.

Mises identifica la introducción de controles de precios y salarios en Alemania a partir de 1936. Se impusieron como respuesta a la inflación de la oferta monetaria llevada a cabo por el régimen desde el momento de su llegada al poder. El régimen nazi infló la oferta monetaria como medio de financiar el enorme aumento en el gasto público que requerían sus políticas. Como vemos, en la Alemania nazi no había capitalismo, todo era control por parte del Estado, del régimen de Adolf Hitler, nada se quedaba fuera de sus manos, una economía totalmente planificada. Ni rastro de libre mercado, y por tanto, ni rastro de capitalismo.

Éste fue el socialismo instituido por los nazis. Mises lo llamó el socialismo de patrón alemán o nazi, frente al socialismo más evidente de los soviéticos, al que llamó socialismo de patrón ruso o bolchevique.

Los propios nazis no escondían ser socialistas. Como he dicho antes, el propio nombre de nacional-socialismo deja patente la inclusión socialista en el nazismo. Pero incluso en algunos discursos decían a las masas que su objetivo era el capitalismo, había que acabar con él como buenos socialistas que eran. Como prueba de esto un discurso del propio Hitler en el que dijo sus famosas palabras: “Nosotros somos socialistas, somos enemigos del sistema económico capitalista actual porque explota al que es débil desde el punto de vista económico, con sus salarios desiguales, con su evaluación indecente de un ser humano según tenga riqueza o no la tenga, en vez de evaluar la responsabilidad y la actuación de la persona, y estamos decididos a destruir este sistema capitalista en todos sus aspectos”. También fue Gregor Strasser quien puso de relieve el anticapitalismo del nacional-socialismo: “La lucha contra el capital financiero internacional era el punto programático más importante en la lucha de la Nación alemana para su independencia económica y su libertad". Por otra parte, es bastante conocida la vertiente socialista del propio Strasser.

Volviendo al tema de los parecidos entre comunismo y fascismo, Pacto en plena Segunda Guerra Mundial entre nazis y soviéticos incluido, las políticas de ambos regímenes eran muy parecidas. Cuando la política soviética de exterminio en masa de todos los disidentes y de violencia despiadada, suprimió las inhibiciones en contra del asesinato al por mayor, que todavía inquietaban a ciertos alemanes, nada pudo detener por más tiempo el avance del nazismo. Esta doctrina se apresuró a adoptar los métodos soviéticos e importó de Rusia el sistema de un solo partido y el predominio de este partido en la vida política; la posición principalísima que se asignó a la policía secreta; los campos de concentración; la ejecución o el encarcelamiento administrativo de todos los contrarios; la exterminación de las familias de los sospechosos y de los desterrados; los métodos de propaganda; la organización de partidos filiales en el extranjero y su utilización a fin de combatir a sus propios gobiernos, así como para llevar a cabo trabajos de espionaje y sabotaje; el empleo de los servicios diplomático y consular para fomentar la revolución. En ninguna parte hubo discípulos más dóciles de Lenin y Stalin que los propios nazis. 5

El plan nazi abarcaba más y era más pernicioso que el de los marxistas. Trataba no solamente de abolir el laissez-faire en la producción de bienes materiales, sino también en la producción de los hombres. El Führer no sólo era el director general de todas las industrias; también era el director general del “criadero” destinado a producir hombres superiores y a eliminar los de calidad inferior. Debía ponerse en práctica un plan grandioso de eugenesia conforme a principios “científicos”. En el comunismo (el socialismo real) no se quedan atrás, siendo la ideología que más muertes tiene a sus espaldas en los diferentes regímenes del siglo XX (y lo que llevamos de siglo XXI).

Por tanto, el socialismo estuvo presente tanto en el fascismo italiano como en el fascismo alemán, reconocido por los propios protagonistas. Como he dicho alguna vez que otra, el socialismo es violencia y coacción, estatismo puro y duro. En Italia Mussolini, en Alemania Hitler y en la URSS Lenin y Stalin, las cabezas visibles del estatismo en política. Pese a lo que algunas personas dicen, hemos visto que el nazismo no era capitalista, ni mucho menos. La ignorancia de algunos y la pasividad de otros han ido contaminando con esa idea del nacional-socialismo capitalista.

El gran parecido entre los regímenes fascistas y comunistas no es casualidad. Es consecuencia del socialismo y estatismo, dos caras de la misma moneda, que impregnaba a los tres Estados totalitarios más famosos del siglo XX. En nosotros queda condenar sus políticas liberticidas y convencer con la palabra y no con la violencia que el socialismo no ha traído nada bueno al mundo, al igual que ni los fascismos ni el comunismo soviético llevaron el progreso a sus respectivos países. En nosotros queda también rechazar a quienes quieran repetirlo. 




1: Mises, Ludwig Von; Socialismo, pp. 589, 590.
2: Payne, Stanley; El fascismo, pp. 28-30.
3: Mises, Ludwig Von; op. cit., p. 591.
4: Mises, Ludwig Von; op. cit., p. 593.
5: Mises, Ludwig Von; op. cit., pp. 595, 596.

domingo, 25 de octubre de 2015

La Imposibilidad del Socialismo y cálculo económico

El gran economista austríaco Ludwig Von Mises definía el socialismo de la siguiente manera: “El socialismo es el traspaso de los medios de producción de manos de la propiedad privada a manos de la sociedad organizada, esto es, del Estado. El Estado socialista es propietario de todos los medios materiales de producción y, en consecuencia, se convierte en director de la producción general”.1

El Teorema de la Imposibilidad del Socialismo, expuesto a fondo por la Escuela Austríaca, desarrolla la imposibilidad del socialismo, como consecuencia de la inexistencia de cálculo económico en dicho sistema, consecuencia a su vez de la planificación de la economía mediante el Estado (el centro director al que hacen referencia algunos economistas).

Ludwig Von Mises se refiere al socialismo como la supresión de lo racional. En la organización económica que se funda en la propiedad privada de los medios de producción, todos los miembros independientes de la sociedad efectúan el cálculo económico. En ello está interesado cada individuo, por la doble razón de que es consumidor y productor. Todo esto falla en el sistema socialista. “La dirección de la economía socialista puede fácilmente saber qué bienes necesita con mayor apremio, y al hacerlo no se halla todavía en posesión sino de uno de los dos elementos que se requieren para el cálculo económico. Le falta el segundo elemento, la evaluación de los medios de producción. Puede establecer el valor que hay lugar a conceder al conjunto de los medios de producción, valor que es necesariamente igual al del conjunto de las necesidades que satisface. Puede también establecer el valor de un medio de producción tomado aisladamente, cuando conoce la importancia de las necesidades que su desaparición impide ya satisfacer. Pero la dirección de la economía socialista no es capaz de expresar este valor por medio de una sola unidad de precios, como lo hace la economía que se basa en los cambios. La economía socialista hace imposible la expresión monetaria de los precios de los medios de producción”.2

¿Por qué no existe cálculo económico en el socialismo? “Pero esto no es posible (el cálculo independiente para los diferentes grupos de la producción) debido a que dicho cálculo, en el caso de las diferentes ramas de una misma empresa, se funda exclusivamente en los precios del mercado para todas las clases de bienes y de trabajo que se emplean. En donde falta mercado no pueden formarse precios, y sin formación de precios no hay cálculo económico”.3

Expresado de otro modo por el propio Mises: “Nos enfrentamos, pues, tan sólo con el problema de decidir qué factores (modos) de producción vayamos a obtener y emplear y cuál procedimiento, entre la infinita variedad de posibles sistemas de fabricación, vayamos a seguir para, en definitiva, producir los correspondientes bienes de consumo”. (…) “La paradoja de la «planificación» radica en que, al imposibilitar el cálculo económico, impide planear. La llamada economía planificada puede ser todo menos economía. Impide averiguar cuáles, entre los múltiples medios, son los más idóneos para alcanzar los deseados objetivos”.4

Por su parte, Hayek explica la imposibilidad del socialismo desde la perspectiva del conocimiento, y la diferencia entre el conocimiento de la autoridad central única y el conocimiento del orden extensivo (la sociedad moderna). El socialismo supone que dicha autoridad central única puede utilizar todo el conocimiento disponible. Según Hayek esto supone pasar por alto que la sociedad, el orden extensivo (que supera la capacidad de cualquier mente individual), se basa en la utilización de conocimiento ampliamente disperso. Ahí reside uno de los múltiples fallos del socialismo. A esto se refiere en su obra La fatal arrogancia, entre otras.

Otro economista que ha explicado en varias ocasiones la imposibilidad del socialismo es Jesús Huerta de Soto. Para él, el socialismo es lo que describe a continuación: “El socialismo no sólo impide que cada miembro de la sociedad aprenda a disciplinar su comportamiento en función del de los demás, sino que crea un fortísimo incentivo para que los diferentes individuos y grupos traten de hacerse con el poder o capacidad de influir sobre el órgano director, con la finalidad de utilizar sus mandatos coactivos para imponer por la fuerza a los demás ventajas o privilegios de tipo particular. Así, el espontáneo proceso social coordinador se corrompe y es sustituido por un proceso de lucha por el poder, en el que el conflicto y la violencia sistemáticas entre los diferentes individuos y grupos sociales que tratan de influir o hacerse con el poder se convierte en la nota más característica y dominante de la vida en sociedad”.5

Es decir, el socialismo es conflicto, violencia, coacción, imposición. El socialismo es estatismo, imposición mediante la fuerza, una corriente anti-individuo, que antepone el colectivo al individuo. “En la medida en que la coacción socialista se ejerza de forma más continuada y efectiva, imposibilitará la libre persecución de fines individuales, por lo que éstos no actuarán como incentivo y no podrá descubrirse o generarse empresarialmente la información práctica necesaria para coordinar la sociedad”.6

Huerta de Soto explica la imposibilidad del socialismo desde dos perspectivas: el argumento estático y el argumento dinámico. El primero corresponde a la información que ya existe, mientras que el segundo hace referencia a la creación de nueva información.

Desde el punto de vista de los seres humanos que interactúan entre sí constituyendo la sociedad, es preciso recordar que cada uno de ellos posee con carácter privativo una información práctica y dispersa que en su mayor parte es de naturaleza tácita y por tanto no articulable. Esto hace que sea lógicamente imposible concebir su posible transmisión al órgano director. El conocimiento del que estamos hablando es un conocimiento del que sólo disponen los seres humanos que actúan en sociedad y que, por su propia naturaleza, no puede ser transmitido explícitamente a ningún órgano coactivo de tipo central. Como este conocimiento es imprescindible para poder coordinar socialmente los distintos comportamientos individuales haciendo con ello posible la sociedad, al no poderse transmitir el mismo al órgano director, por su carácter no articulable, es lógicamente absurdo pensar que un sistema socialista pueda funcionar. Este es el argumento estático. Aquí Huerta de Soto coincide plenamente con Hayek en su argumento del conocimiento de una sociedad.

El socialismo es imposible, no sólo porque la información que poseen los actores es por su propia naturaleza explícitamente intransmisible, sino porque, además, y desde un punto de vista dinámico, los seres humanos al ejercer la función empresarial, es decir, al actuar, constantemente crean y descubren nueva información. Y difícilmente se podrá transmitir al órgano director la información o el conocimiento que aún no se ha creado, sino que va surgiendo como resultado del propio proceso social y en la medida en que éste no se vea agredido. Este es el argumento dinámico.

Concluye Huerta de Soto que “desde la óptica del proceso social, el socialismo es un error intelectual, pues no cabe concebir que el órgano director encargado de intervenir mediante mandatos pueda hacerse con la información que es necesaria para coordinar la sociedad, y ello por los siguientes motivos: primero, por razones de volumen (es imposible que el órgano de intervención asimile conscientemente el enorme volumen de información práctica diseminada en las mentes de los seres humanos); segundo, dado el carácter esencialmente intransferible al órgano central de la información que se necesita (por su naturaleza tácita no articulable); tercero, porque, además, no puede transmitirse la información que aún no se haya descubierto o creado por los actores y que sólo surge como resultado del libre proceso de ejercicio de la función empresarial; y cuarto, porque el ejercicio de la coacción impide que el proceso empresarial descubra y cree la información necesaria para coordinar la sociedad”.7

Por tanto, el socialismo es violencia y coacción, y su imposibilidad se basa en la ausencia de precios de mercado, que a su vez impide que haya cálculo económico. La arrogancia del socialismo, por la que se cree que una autoridad central puede obtener toda la información de los individuos; hemos visto que es imposible que dicha autoridad pueda obtener todo el conocimiento y pensamiento (la información) de todos para coordinar la sociedad. Una sociedad basada en intercambios voluntarios y no en la coacción. Una sociedad con más Libertad y menos Estado, menos Socialismo. Eso es lo que necesitamos.

1: Mises, Ludwig Von, Socialismo, p. 43.
2: Mises, Ludwig Von, op. cit., pp104-114.
3: Mises, Ludwig Von, op. cit., p. 124.
4: Mises, Ludwig Von, La acción humana, pp. 1.014; 1.016.
5: Huerta de Soto, Jesús. Socialismo, cálculo económico y función empresarial, p. 87.
6: Huerta de Soto, Jesús, op. cit., p. 99.
7: Huerta de Soto, Jesús, op. cit., pp. 99-100.

jueves, 8 de octubre de 2015

Libertad económica: análisis y resultados (II)

Como se vio en la primera parte del artículo, la libertad económica es muy importante, más de lo que pueda parecer, para el desarrollo de un país y de su económica, lógicamente. Aquellos países con mayor libertad económica poseen unos ingresos por encima de los países con economías controladas, multiplicando incluso por 5 los ingresos medios de éstos. También se vive más en los países libres, algo que es de sentido común. La esperanza de vida supera casi 20 años la diferencia entre países libres y países reprimidos y controlados.

En esta segunda parte quiero tratar tres temas: la diferencia entre modelos socialistas y modelos liberales (y lo que España necesita); y la relación entre libertad económica y libertades civiles, también la percepción de la corrupción en los diferentes países según su nivel de libertad económica.

Modelo socialista: Venezuela

El país sudamericano es uno de los que menos libertad económica tiene de todo el continente, y en general de todo el mundo, solo superado por Corea del Norte y Cuba, ejemplos de prosperidad para algunos (sic).

Según el informe del Fraser Institute, el país gobernado por Nicolás Maduro tenía una libertad económica de 6.72 sobre 10 en el año 1980, ocupando por aquel entonces el puesto 14 de la clasificación. Es decir, era una de las economías más libres del mundo cuando todavía no había caído en las garras del chavismo, el socialismo del siglo XXI, que no es más que el socialismo de toda la vida, por más que le pongan el sobrenombre de “siglo XXI”.

En el año 2000, ya con Hugo Chávez en el gobierno venezolano, la libertad económica había sufrido un gran deterioro, situándose en una puntuación de 5.83, ocupando la posición 94. En dos décadas cayeron 80 posiciones. El gobierno chavista solo ha ido agravando esta situación, hasta convertir al país sudamericano en el tercero por la cola actualmente. Todo un despropósito. Culpa del neoliberalismo, supongo…

Observando las áreas en las que el Fraser Institute divide la libertad económica, podemos hacernos una idea del liberticida gobierno chavista, desde que Chávez alcanzara el poder, allá por 1999. Donde más se ha resentido la libertad económica en la Venezuela chavista ha sido en el saneamiento de la moneda, que tenía una puntuación de 5.57 en el año 2000, mientras que para 2013 obtuvo una puntuación de 2.74, lo que refleja el pésimo estado de la moneda venezolana. Otra de las áreas en las que Venezuela ha caído estrepitosamente en los últimos años en la libertad para hacer negocios internacionales. Mientras que en 2000 tenía  una puntuación de casi 8 puntos, en 2013 la puntuación era de poco más de 3 puntos, todo un despropósito en tan solo 13 años. 

Fuente: Fraser Institute


Modelo liberal: Suiza

Como contraste de Venezuela, un modelo socialista, podemos encontrar a Suiza, un modelo liberal. El país transalpino ocupa los primeros puestos en libertad económica, entrando en la categoría de economías libres.

El país transalpino ha ocupado siempre las primeras posiciones, según el Fraser Institute. De hecho ocupaba la misma posición en 1980 que en 2013 (4º). Solo un pequeño borrón en su “historial”: mientras que en 1980 tenía una puntuación de 9.58 sobre 10 en libertad para negocios internacionales, en 2013 obtenía una puntuación de 7.05.

En las demás áreas se ha mantenido prácticamente igual, aupando a Suiza a una de las posiciones más altas de prosperidad y libertad económica. Solo ha mejorado en todo lo relacionado a regulación. En 1980 el mercado laboral suizo estaba mucho más regulado que en la actualidad. Al igual que ocurre con el mercado de regulación de crédito, en el que Suiza ha mejorado con el paso de los años.

Por tanto, podemos comparar las consecuencias de aplicar medidas liberales o medidas socialistas. Mientras que unas liberalizan la economía y hacen posible que la gente puede alcanzar sus metas sin la intromisión del gobierno y burócratas, otras hacen todo lo contrario, queriendo planificar la economía hasta en los ámbitos más íntimos. Así ocurre después, mientras que Suiza goza de una situación socio-económica de lo más envidiable, Venezuela está inmersa en una crisis, tanto política como económica, de la que no parece que esté cerca la solución, por el momento.

¿Entonces qué preferimos para España? Por supuesto, acercarnos más a Suiza que a Venezuela. En nuestro país no podemos tirar cohetes por la libertad económica que tenemos y creo que las reformas que necesitamos hacer tienen que ir más hacia los primeros puestos de libertad económica, y no cada vez más hacia atrás, como pretenden algunos con medidas que recuerdan más otras épocas y de otros países que han demostrado no funcionar y ser un fracaso. 

Fuente: Fraser Institute

Libertad económica – libertades civiles

Hay quienes defienden solo la libertad económica. También los hay quienes defienden solo la libertad social o civil. Creo que ambas posturas son erróneas. La libertad es libertad, no es aconsejable defenderla solo según qué. “Soy liberal en lo económico y conservador en lo social”, dicen muchos. Es decir, que el Estado no me toque el bolsillo, pero que imponga su moral a los demás, y si encima coincide con la mía, mucho mejor. Error.

Otros, en cambio, piensan al revés: “No quiero que el Estado me imponga su moral ni lo que tengo o no que hacer, donde vivir, etc., pero que suba los impuestos a los ricos, que amplíe los servicios públicos aunque eso conlleve un aumento de los impuestos”. Error también.

Yo personalmente defiendo la libertad en su totalidad, tanto económica como social. No impongo a nadie que tenga que defenderla también, pero creo que es lo ideal. Lo más justo. En el guión que seguía Milton Friedman: “La expansión de la libertad económica traerá en consecuencia mayores libertades políticas”.

Veamos la relación que existe entre libertad económica y libertades civiles en el mundo, si existe relación entre ambas en los diferentes países. Para ello, lo mejor es relacionar el informe que presentan Fraser Institute y Heritage Foundation sobre la libertad económica; y por otra parte, la clasificación que hace Freedom House sobre libertades civiles y políticas en el mundo.


Fraser Institute: Libertad Económica en el mundo

En este mapa, el color azul representan los países más libres, el color verde los países parcialmente libres, el color amarillo los países mayormente controlados y el color rojo los países con economías reprimidas (las más controladas).

Freedom House: Libertades Civiles en el mundo

En este mapa, por su parte, el color verde representa los países libres, el color amarillo los países parcialmente libres, el color morado los países no libres, y el color morado con cuadros representa a los países “lo peor de lo peor”, calificado así por la propia Freedom House.

Grosso modo podemos ver que hay cierta relación entre libertad económica y libertad social. Las regiones en las que mejor se ve esta relación son África: aquellos países con menor libertad económica son también los menos libres para Freedom House; en Europa y América del Norte también se ve con claridad esta relación.

También en Oriente Medio y los países musulmanes se relaciona bastante bien ambas libertades: en este caso, tanto en libertad económica como en libertad social, son países muy controlados y sin libertad.

Por el contrario, en América del Sur ocurre un poco lo contrario. Países como Brasil, Argentina o Surinam tienen una economía controlada, mientras que en libertades civiles son países considerados libres.

Libertad económica – percepción de la corrupción

Para hablar de corrupción lo mejor es utilizar el Índice de Percepción de la Corrupción que hace Transparencia Internacional todos los años. Normalmente un país que tenga amplia libertad económica, disfrute de unas estructuras estatales más pequeñas, gozará de menor corrupción. 

En el Índice mencionado anteriormente, los 25 países con menor corrupción son los siguientes (acompañado de los 25 países con mayor libertad económica): 







Por el contrario, los 25 países que se perciben como los más corruptos del mundo son los siguientes (acompañado de los 25 países con menor libertad económica):


























Observamos una relación entre libertad económica y corrupción, ya que en ambas clasificaciones coinciden varios países. Es normal, por otra parte, puesto que en una economía libre no necesitas de los favores de políticos y burócratas, sino prestar un buen servicio a la sociedad, al contrario que en una economía planificada y controlada por el Estado.

Por tanto, y como hemos visto en estos dos artículos sobre libertad económica, una economía libre trae mayor prosperidad a un país que una economía controlada. Se vive más en los países con economías libres y se tienen unos estándares de vida mejores (como indican, por ejemplo, los ingresos medios y la propia esperanza de vida).

Se debe liberalizar más y controlar menos, acercarse a las primeras posiciones y no retroceder hacia las últimas. Quienes piensen que la prosperidad es controlar la economía, que se den una vuelta por aquellos países que cierran la clasificación de libertad económica. Nada mejor que ver algo para conocerlo; hablar desde la ignorancia es muy fácil. Libertad es prosperidad, y en estos dos artículos ha quedado algo más claro.

Libertad económica: análisis y resultados

La libertad económica, esa gran desconocida por muchos, y tan necesaria en el mundo. Decía Joseph Sobran que “quejarse de que la economía libre favorece a los ricos es como quejarse de que la libertad de expresión favorece a los elocuentes” y no le faltaba razón, la verdad.

Una economía, cuanto más libre, más prospera y más crece, y es más fácil que los individuos puedan realizar los planes que tienen en mente, para satisfacer las necesidades de los demás, y ellos a su vez, satisfacer las suyas. Esto ya lo explicaron en su momento grandes economistas como Milton Friedman o Hayek, entre otros. La libertad para comerciar y la coordinación del mercado son el combustible para que haya progreso económico. Sin el intercambio y la actividad empresarial coordinada a través de los mercados, los estándares de la vida moderna serían imposibles.

También desde el liberalismo se ha explicado y se ha incluido la libertad económica dentro de los derechos individuales del ser humano. Regularla supone, en parte, entregar esa libertad a políticos y burócratas, como dijo Mises: “O la demanda de los consumidores al manifestarse en el mercado decide para qué propósitos y cómo deben ser empleados los factores de la producción, o el gobierno se encarga de estos asuntos".

La libertad económica en España

Durante la crisis, alguna vez que otra, se ha echado la culpa a que la economía tenía demasiada libertad, que los gobiernos no intervenían y el mercado estaba destruyendo la economía española. Veamos si eso es cierto. En el año 2007, cuando comenzó la crisis, España ocupaba el puesto 35 de la clasificación mundial de libertad económica, con una puntuación de 7.55 sobre 10 (clasificación hecha por el Cato Institute y el Fraser Institute, entre otros think tanks). Según la crisis iba haciéndose más palpable, la libertad económica de España iba disminuyendo. 3O sea, que culpa del mercado y de exceso de libertad, nada. Desde 2007 a 2013 se ha reducido 14 puestos. Da igual el partido que gobierne, la libertad económica en España se ve, y mucho, resentida. 

Elaboración propia a partir de los datos del Fraser Institute y la Heritage Foundation

Si analizamos la libertad económica según sus diferentes apartados, podemos hacernos una idea de las reformas que debe hacer España, y de lo que ha fallado durante esta grave crisis, que como hemos visto, nada tiene que ver con políticas liberales, sino todo lo contrario.

Para ello acudimos a la tabla que presenta el propio Fraser Institute en su informe anual sobre la libertad económica en el mundo; y nos damos cuenta que España sale muy mal parada en cuanto a tamaño del Gobierno (puesto 116 del mundo) y regulación (107), especialmente en materia laboral (118) y actividad empresarial (123). Por su parte, los aspectos “positivos” de España son la moneda (puesto 2) y el comercio internacional (puesto 49), además de los derechos de propiedad, en el puesto 39 del ranking. 

Fuente: Fraser Institute

Por tanto, el principal motivo del citado descenso en el ranking internacional se debe al mal estado de las cuentas públicas -déficit y deuda-, el elevado gasto público y las fuertes subidas de impuestos aprobadas en los últimos años por PP y PSOE, mientras que España sufre todavía una de las regulaciones laborales y empresariales más rígidas del mundo. Pero la culpa de la crisis y de la situación actual de España, es de los mercados, según algunos. Ya…

Más libertad, menos pobreza

Fuente: Heritage Foundation (Libertad económica en el mundo; 2015)

Algo en lo que coinciden tanto el Fraser Institute como la Heritage Foundation es que a mayor libertad económica, mayor PIB per cápita y mayores ingresos. Ambos thinks tanks observan en sus estudios una relación directa entre libertad económica e ingresos, como demuestran los siguientes gráficos. Por tanto, otra característica propia de la libertad económica es que allí donde ésta es más abundante hay menos pobreza. Los gobiernos, para luchar contra la pobreza, gastan millones y millones en analizar las causas y en programas para intentar solucionarla, y no se dan cuenta que una economía controlada, en mayor o menor medida, es uno de los puntos característicos de la pobreza.

Los países que ascienden en la clasificación de libertad económica muestran cada vez más elevados niveles en sus promedios de ingresos. Las economías calificadas como libres o mayormente libres disfrutan de ingresos que duplican y más los niveles promedio del resto de países y quintuplican los ingresos de las economías reprimidas.



Fuente: Heritage Foundation

Fuente: Fraser Institute

A más libertad, mayor esperanza de vida

Otra de las características de la libertad económica que saco en conclusión de estos informes es que cuanto más abierta y libre sea la economía de un país, mayor será la esperanza de vida de sus habitantes. Solo hay que ver donde hay más esperanza de vida: ¿en Suiza o en Venezuela? ¿En Australia o en Corea del Norte?

En el siguiente grafico se ve con más claridad que en aquellos países libres se vive más que en aquellos en los que la economía está más controlada. Y con diferencia de más de 15 años de media entre unos y otros. Casi nada. 

Fuente: Fraser Institute

Hasta aquí la primera parte del artículo, en el que me centro en la libertad económica existente en España, la relación “libertad económica - pobreza” y la esperanza de vida de los países según su libertad económica. Queda algo más por analizar, como la diferencia entre modelos políticos en sus respectivos países y lo deseable para España, y la relación entre libertad económica y libertades civiles. Todo ello en la segunda parte del artículo.