viernes, 17 de febrero de 2017

La tranquilidad de Mariano Rajoy

Hace unos días se celebró el 18º Congreso Nacional del Partido Popular. En él, se reforzó la figura de Mariano Rajoy al frente del partido. Se consiguió el objetivo perseguido, que no era otro que dar una imagen hacia el exterior de unidad en torno al ‘jefe’ de filas.
Por el contrario, PSOE y Podemos no pueden decir lo mismo. Los socialistas siguen inmersos en una lucha entre dos bandos (que son tres, o no: quién sabe si la candidatura de Patxi Díaz es un bis de la de Pedro Sánchez en su lucha contra Susana Díaz). Un partido dividido y desgastado por esa batalla interna, mientras hace las veces de oposición al Gobierno.
Por su parte, Podemos ha celebrado también hace unos días su congreso, el famoso ‘Vistalegre II’, en el cual Pablo Iglesias ha reafirmado su liderazgo. La mejor noticia para el PP. Han vencido las tesis radicales, las de seguir en el camino de la extrema izquierda (tampoco Errejón las iba a abandonar, pero sí disfrazarlas de ‘transversalidad’ para poder aspirar a más votantes). Desde Génova y Moncloa podrán seguir con su estrategia del miedo hacia la extrema izquierda. Vistalegre, por tanto, parece que no cambia nada. Ha ganado Pablo Iglesias, pero seguirá la división y, ahora puede que sí, la purga contra los anti-Iglesias, que no son pocos en la formación morada.
Así pues, con un PSOE dividido y sin secretario general y un Podemos que puede centrarse más en allanar más el camino de Pablo Iglesias (a la vez que ambos se desgastan como oposición de un parlamento con gobierno en minoría), hace que la tranquilidad llegue a Mariano Rajoy, que ve como sigue al frente del Gobierno y al frente del Partido Popular, proyectando lo que no hay en los partidos perseguidores: unidad.
Si miramos el conjunto de encuestas que se publican sobre estimación de voto, vemos cómo el PP es el partido que consigue más porcentaje de voto que en las elecciones de junio (1.8%). Por su parte, Podemos solo lograría 3 décimas más, las mismas que pierde Ciudadanos. El PSOE, que cayó a la tercera posición, parece que se recupera en las últimas semanas, incluso recuperando la segunda posición en algunas encuestas, pero respecto a junio seguiría perdiendo casi 2 puntos porcentuales.
Por lo tanto, Mariano Rajoy sigue tranquilo. Ahora mismo, parece que ningún partido haría frente al PP en unas elecciones generales y parece tener todo controlado en su partido, mientras PSOE y Podemos siguen con sus batallas internas. El gallego siempre ha demostrado saber controlar los tiempos. En esta ocasión, también.

* Publicado en La Razón

lunes, 6 de febrero de 2017

Sobre programas electorales

Como no puede ser de otra manera cuando Donald J. Trump está de por medio, un caluroso debate está teniendo lugar estos días sobre las recientes órdenes ejecutivas, en base al cumplimiento del programa electoral del que fuera candidato republicano una vez ha tomado posesión de su cargo como 45º Presidente de los Estados Unidos de América. Muchos lo defienden, diciendo que hay que cumplir el programa electoral ante todo. Es la visión confundida de un programa electoral como una especie de contrato con los -potenciales- votantes.
Pero un programa electoral no es un contrato. No lo es porque no hay una negociación previa entre partes, no hay obligación mediante firma de ningún tipo. Por otra parte, como comentaba un día con un amigo politólogo, un programa electoral está hecho para captar votantes, pero cuando alcanzas el gobierno, eres el presidente de todo el país, no solo de tus electores, y guste más o menos, en política entran en juego lo que se conocen como ‘stakeholders’ o grupos de interés, como pueden ser lobbies, agentes políticos y sociales; en definitiva, otros sectores de la población que, en demasiadas ocasiones, marcan la agenda política.
Por otro lado, un programa electoral está sujeto a posibles restricciones. Una es la del tipo de sistema político: no es lo mismo aplicar un programa electoral en un sistema presidencialista que en uno parlamentario, mucho menos si es en minoría.
Otra restricción es la que tiene que ver con el Estado de Derecho. Un programa electoral aguanta todo, como el papel en el que se expone. Pero no por ello todo lo que en él se encuentra escrito puede ser llevado a cabo. Existen instituciones que cortan, precisamente, las ansias de poder autoritario de algunas figuras políticas, mediante la división de poderes, por ejemplo. El Poder Judicial sirve de contrapeso del Ejecutivo y Legislativo. De ahí que surgiera como institución contramayoritaria, las cuales sirven precisamente para proteger las libertades de las minorías. Al igual que si un presidente adoptase posturas que pudieran llegar a traspasar la frontera de la Ley.
Por tanto, los que toman un programa electoral como algo de obligado cumplimiento pueden seguir en su fantasía, pero nada tiene que ver con la realidad. Ahora bien, esto tampoco evoca a que un gobierno incumpla todo el programa, como ha ocurrido en algunas ocasiones. En esto también hay un término medio.
Pues bien, si Trump excede la Constitución estadounidense con alguna de sus órdenes ejecutivas, o por otro lado, se salta el procedimiento y las competencias del Congreso, deberá ser parado por la división de poderes. Y ahí es donde veremos hasta dónde es capaz de llegar, si respeta las reglas del juego, o como populista que es, cree que encarna la voluntad del Pueblo y culpa al no-Pueblo de todos los males de EEUU.