jueves, 31 de marzo de 2016

El bloqueo de Cuba es la dictadura comunista

La semana pasada el presidente de los Estados Unidos -Barack Obama- visitó Cuba en lo que fue una visita histórica: un presidente americano visitando el país de la revolución de los Castro. Como no podía ser de otra manera -debido a la gran ignorancia patente en una amplia variedad de sitios-, muchos salieron en defensa del régimen comunista que tomó el poder por la fuerza en Cuba a través de aquella revolución que comenzó en la Sierra Maestra, al sur del país caribeño.
La consecuencia inmediata de la victoria de los guerrilleros cubanos, entre los que se encontraban los hermanos Castro y Ernesto ‘Che’ Guevara, fue la implantación de un Estado socialista -con el espejo de la URSS-, una dictadura comunista que ha ido sumiendo a Cuba en una desesperación continua, inefables violaciones de libertades civiles y una economía engullida por un Estado autoritario. (Informe de Freedom House sobre Cuba: Not Free).
Son conocidas las promesas varias que los vencedores de la Revolución llevaron a cabo en los primeros meses de poder, como se puede ver, por ejemplo, en la película de Woody Allen Bananas, y leer en periódicos de la época. Promesas tales como elecciones libres y universales, hacer de Cuba un país democrático, existencia de partidos políticos, restablecer la libertad de prensa, etc.
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Pronto esas promesas se quedaron en aguas de borrajas y la dictadura empezó a sacar su verdadero espíritu (¿cuál si no?) restrictivo, endureciendo sus políticas liberticidas, de engaño y de persecución a aquellos que no profesaran su simpatía hacia el régimen establecido cruelmente por los “guerrilleros de Sierra Maestra” y que no siguieran el juego a los líderes de la revolución. Es decir, aquellos que fueran parte del “no-pueblo”, dignos de ser eliminados por el bien común y el desarrollo del propio “pueblo”.
Como he dicho en el primer párrafo, ante esta visita de Obama, muchos salieron en defensa del régimen cubano, diciendo que EEUU tiene que echar abajo el bloqueo que permanece desde hace varias décadas sobre Cuba. Aquellos que demonizan la iniciativa privada y los intercambios voluntarios a través del mercado, echan la culpa al bloqueo de que Cuba no se haya desarrollado. Aquellos que dicen que EEUU es el enemigo, se quejan de que les bloquean económicamente. La coherencia brilla por su ausencia. Lo que ha impedido el desarrollo de Cuba es el régimen comunista. Es la creencia de que un Estado autoritario pudiera desarrollar per se un país.
El socialismo es un error, como ha quedado patente en todos los experimentos socialistas del último siglo. Por todo el mundo. Sin excepciones. La clave para que Cuba pueda desarrollarse está en cotas de libertad que permitan construir una Cuba con mayores dosis de bienestar. Todo pasa por acabar con la dictadura. Mientras la isla siga engullida por una dictadura y por el comunismo, no hay nada que hacer. Seguirán siendo pobres, malviviendo entre la miseria, sin posibilidades de construir un futuro fuera del patrón oficial, el que dicta el “centro director” -que diría Hayek-, la dictadura.
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No tengo dudas de que una vez que Cuba deje atrás el terror del gobierno autoritario de los Castro (que lleva padeciendo casi 60 años), el bloqueo americano se terminará inmediatamente. Mientras la potestas continúe en manos de la dictadura comunista, quejarse del bloqueo no tiene mucho sentido, cuando es la propia dictadura la que no deja progresar al “pueblo” cubano; como ocurre en todos los sistemas autoritarios/totalitarios, el Mesías que viene a salvar a “su pueblo” termina convirtiéndose en el enemigo de éste. El caso cubano no es una excepción. El bloqueo cubano tiene un nombre: dictadura comunista (y acólitos).

miércoles, 30 de marzo de 2016

¿España necesita una nueva política económica?

Era el año 1921 cuando en una Rusia destruida por la I Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique y, como consecuencia del “comunismo de guerra”, el X Congreso del Partido Comunista decidió, por petición de Lenin, poner en marcha lo que se conoce como la Nueva Política Económica (NEP).
Propaganda relativa a la NEP
La NEP fue creada para revitalizar al país a causa de la guerra mundial, la revolución, la guerra civil y la hambruna. Esta fue una decisión impuesta por las circunstancias, un “repliegue estratégico” en la construcción del socialismo justificado por el atraso económico de Rusia. “No somos lo suficientemente civilizados para pasar directamente al socialismo, a pesar de que las políticas tienen sus primeros frutos“, declaró Lenin.
En el contexto actual, en la España de 2016, también necesitamos una nueva política económica, que deje atrás el consenso socialdemócrata que padecemos desde hace varias décadas y apostemos por una liberalización de los diferentes sectores económicos y sociales,que nos devuelva a la sociedad civil aquello que el Estado nos ha ido quitando poco a poco coactivamente.
Sin duda ninguna, el mercado que necesita una profunda remodelación, en ese camino de la liberalización, es el mercado laboral. Con una tasa media de paro que supera el 15% en la era democrática, y pasando del 20% en los últimos años, ésta reforma es más necesaria que nunca. Debemos mirarnos más en el espejo de aquellos países, que con más libertad económica, tienen mayor productividad, mayores salarios y menos paro (sin salario mínimo, además).
Otra reforma básica debería ser la relacionada con las pensiones. Pasar de la estafa del sistema de reparto a un sistema de capitalización debería ser el camino para que podamos recuperar algo que el consenso nos ha arrebatado: el ahorro y la responsabilidad.
Sin dejar de lado la más que necesaria liberalización de la sanidad y la educación (homeschooling). Y, por supuesto, el fin del régimen oligopólico de la energía y los combustibles (oligopolio por poder del Estado y no del mercado, como dicen algunos erróneamente). 
En definitiva, apostar más por el liberalismo -inexistente en España-, y dejar atrás experiencias socialistas -en mayor o menor grado- que solo traen pobreza, miseria y ausencia de felicidad.

sábado, 12 de marzo de 2016

Iniciativas del cambio

Hace unos días, después del primer debate y correspondiente votación de investidura, en la cual, el candidato socialista Pedro Sánchez no logró conseguir los apoyos necesarios, desde Podemos se lanzó a través de las redes sociales un hashtag llamado #IniciativasDelCambio. El plan era hacer diferenciar entre sus propuestas y las del pacto PSOE-C’s, que eran la continuidad de las políticas llevadas a cabo por el PP en la anterior legislatura, según Podemos.
Estas propuestas seguían el camino del programa electoral del partido de los círculos (aunque cada vez éstos tienen menos importancia y casi todo se decide desde la cúpula). Más control, más impuestos (casi siempre desde el discurso ‘ricófobo’), más gasto, etc. Como buenos populistas que son, desde Podemos han demostrado manejar como nadie la hegemonía de la que nos hablara el filósofo marxista Antonio Gramsci en su momento.
Proponer iniciativas que siguen el sendero del consenso socialdemócrata anclado en España desde hace varias décadas no es cambio. Desprender un aroma a comunismo no suena a ninguna novedad. El cambio, por tanto, no puede venir desde políticas que ya se han aplicado con anterioridad, en mayor o menor grado de intervención estatal.
Proponer unas iniciativas del cambio no es tan complicado: basta con proponer cosas que nunca se hayan visto en el pasado, como son las políticas liberales, invisibles en el consenso actual. Liberalizar sanidad y educación, liberalizar sectores ultra intervenidos (como el suelo o la energía), bajar drásticamente los impuestos, reducir el gasto público desbocado, legalizar las drogas, cerrar las TV públicas, etc.
Llamar #IniciativasDelCambio a propuestas que piden más Estado me parece un insulto a la inteligencia. El cambio debe venir desde propuestas que emponderen de verdad a la gente, es decir, que los políticos devuelvan a la sociedad sectores que han intervenido descaradamente con el paso de los años.