El próximo domingo
26 de junio se celebrarán en España unas nuevas elecciones generales, como
consecuencia de la falta de acuerdo y entendimiento que surgió de los
resultados electorales del 20-D. Aunque pueda parecer un domingo más, no lo es,
y España se juega mucho.
Muchos dicen que
hablar de la coalición Unidos Podemos (que integra Podemos e IU, esto es, al
PCE, y a las confluencias de En Comú Podem, Compromís-Podemos y En Marea) es
hablar de miedo. Ellos dicen que no hay que tenerles miedo, que solo vienen a
cambiar la política y devolvérsela a la gente (sic), a la «Patria», que lo
llaman ahora, entre corazones y odas a la sonrisa. Pero yo sí tengo miedo a los
comunistas, cuyo objetivo no es otro que imitar, en lo posible, a la España de
la II República, inspirada en la Unión Soviética, como no puede ser de otra
forma, por mucho que se autodenominen «socialdemócratas» y por mucho que se
vistan de corderos por rédito electoral.
La idea de fondo
de Unidos Podemos no es otra, de cara al electorado, que un Gobierno
«progresista» que ponga fin a las políticas llevadas a cabo por el PP. De las
políticas del PSOE de Zapatero se «olvidan», pues saben que si atacan por ese
lado, el Partido Socialista sería más reacio a un posible pacto de gobierno. No
interesa hablar de lo que hubo antes del PP, nuevamente por intereses
electorales.
La idea de «progreso»
infundada tanto en Podemos (populismo socialista) como en IU (comunismo) se
basa en una idea de la España de la II República, como he dicho antes, en la
que una sociedad dividida en dos y el auge de la radicalización política
acabaron en la Guerra Civil. El discurso de ambos partidos, de corte
guerracivilista, tiene como objetivo, simple y llanamente cambiar una
oligarquía por otra, como hicieron los bolcheviques en la Rusia de 1917, que
nada tiene que ver precisamente con el progreso y la libertad. Este discurso se
vuelve más efectivo con el caldo de cultivo de la situación actual, en una
crisis tanto económica, como política e institucional. Y ahí han sabido sacar
provecho, como ya hicieran Hugo Chávez y compañía en Venezuela hace (casi) dos
décadas.
Este domingo
España se juega bastante; puede llegar un cambio, pero a peor. No seré yo el
que defienda a este PP, corrupto y falto a la verdad con su electorado y con
España, al fin y al cabo, que ha abandonado las ideas liberales-conservadoras
que llevaban por bandera bajo el mandato de José María Aznar. Pero tampoco seré
yo el que defienda, ni mucho menos, al resto de partidos de carácter nacional y
autonómico. La Partitocracia, dueña del consenso socialdemócrata, es corrupción
y falta de libertad, lo sabemos.
Pero no por ello España
se debe permitir un Gobierno populista. España merece algo mejor. Las ideas de
la libertad no triunfan en España porque «nos han educado» bajo
socialdemocracia; debemos apostar por ellas si queremos ser un país libre y
próspero.
Unidos Podemos
representa todo lo contrario (represión y regresión), junto con un PSOE
radicalizado, que tan bien recuerda a la idea del Frente Popular (la
radicalización política por definición).
Íñigo Errejón lo
ha repetido en alguna ocasión: «Nuestra tarea es repetir a Lenin». Ya saben:
«Paz, Pan y Tierra» (al final, nada de eso) en lo que terminó siendo la primera
dictadura socialista (como no podía ser de otra forma) de la historia. ¿Quieren
eso para Vds.?
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