Los
efectos de todos los sistemas electorales, mayoritarios o proporcionales,
apuntan en la misma dirección de la
desproporcionalidad, aunque existan ciertas diferencias de grado y todos
ellos busquen evitar, al fin y al cabo, una desproporcionalidad extrema.
De
forma más específica, todos los sistemas electorales producen, en primer lugar,
efectos mecánicos, que consisten en
la sobrerrepresentación de los dos
primeros partidos, en mayor medida del primero, al “traducir” los votos en
escaños; dicho de otra manera, en el momento de la distribución de los escaños,
los dos primeros partidos suelen lograr más escaños que los que les corresponderían.
El reparto de escaños es una operación de suma-cero, por lo que esas primas
para los dos primeros partidos conllevan penalizaciones para los demás, que
resultan así infrarrepresentados. Es lo que se ha denominado la desfragmentación de los sistemas de
partidos por efecto de los sistemas electorales, o al menos el “efecto reductor” en palabras del
politólogo italiano Giovanni Sartori.
En
segundo lugar, los sistemas electorales desarrollan también efectos psicológicos, que tienen dos
clases de manifestaciones, según se proyecten sobre las élites políticas o
sobre los electores. En lo que se refiere a las élites, estos efectos
psicológicos se concretan en las estrategias diseñadas para la obtención de los
máximos beneficios del sistema electoral -por ejemplo, formando coaliciones
electorales-, o para la aminoración de sus consecuencias negativas. En lo
referente a los electores este tipo de efectos se manifiesta en lo que se ha
denominado el voto útil, también
llamado voto estratégico, consistente en la percepción de que el partido que les
gustaría elegir no tiene muchas posibilidades de lograr representación, optando
entonces por otro partido para no “desperdiciar” su voto. Suele incrementarse
así el número de votos de los partidos más grandes en detrimento de los demás.
El sistema electoral español no es indiferente; siempre ha
sido criticado por la falta de proporcionalidad, es decir, por la sobrerrepresentación de los partidos
grandes y la inversa, la infrarrepresentación en el caso de los partidos
pequeños. Se suele acusar al sistema electoral de que los partidos que más
votos consiguen obtienen un porcentaje de escaños superior respecto a los votos.
El pasado 20 de diciembre hubo elecciones al Congreso de los Diputados y al
Senado -y no al Presidente del Gobierno como muchos piensan equivocadamente-,
por lo que podemos comprobar mediante los resultados electorales la proporcionalidad
existente en España.
Como podemos observar, hay dos partidos especialmente favorecidos por el sistema electoral, lo
que se ha venido llamando “bipartidismo”:
PP y PSOE. Y dos partidos a los que
les han “robado” escaños: Ciudadanos e Izquierda Unida-Unidad Popular, el cual
ha sido más perjudicada con un 3.1% de escaños menos que de votos.
¿Es este un
comportamiento natural del sistema electoral español o se viene mostrando solo
recientemente? Si comprobamos esto mismo en las anteriores elecciones
generales, nos daremos cuenta de la relación escaños-votos en los distintos
partidos a lo largo de la historia electoral reciente de España.
Observamos que tradicionalmente PP y PSOE consiguen más
escaños que votos, es decir, están sobrerrepresentados -excepto en las
elecciones de 1977 y 1979 cuando AP era un partido minoritario-. El sistema
electoral español perjudica a partidos menos votados, como vemos en el cuadro
con la serie histórica del PCE e IU.
Por lo que podemos afirmar que el sistema electoral español premia a los partidos de ámbito estatal
más votados y castiga a los menos votados. Dentro de los partidos de ámbito no estatal (PANE), los
partidos regionales concentran su apoyo en un territorio concreto y no hay apenas diferencia entre escaños y
votos, manteniéndose estable a lo largo de las diferentes elecciones que se
han celebrado en España.
La circunscripción
única
España obtiene estos resultados con un sistema electoral que
es plurinominal cuyas circunscripciones son las provincias y las ciudades
autónomas de Ceuta y Melilla -en total son 52 circunscripciones-. Si la circunscripción fuera única, es
decir, que solo hubiera una circunscripción (todo el territorio español),
¿cambiaría el resultado de la proporcionalidad? Para calcular la
proporcionalidad en dicho escenario he utilizado los resultados electorales y he
calculado los escaños que ganaría cada partido si no hubiera circunscripciones
provinciales y solo existiera una circunscripción nacional.
Por otro lado, he querido calcular los escaños -también bajo
circunscripción única- que ganaría cada partido en dos casos diferentes: un
Congreso de 300 diputados y un Congreso de 400. Actualmente el Congreso de los
Diputados cuenta con 350 escaños, pero el artículo 68 de la Constitución
Española refleja lo siguiente: “El Congreso se compone de un mínimo de 300 y un
máximo de 400 Diputados, elegidos por sufragio universal, libre, igual, directo
y secreto, en los términos que establezca la ley”, por lo que me ha parecido
interesante hacer el cálculo con el mínimo y el máximo de diputados posibles y
analizar si varía la proporcionalidad electoral.
Una vez visto cómo quedaría el Congreso de los Diputados en
función del número de escaños y la diferencia en la proporcionalidad, nos damos
cuenta que los resultados actuales son los menos proporcionales de los cuatro
escenarios analizados. Sin duda parece que utilizar solo una circunscripción
que abarque todo el territorio nacional ayudaría a encontrar (a priori) una
solución hacia una mayor proporcionalidad, sobre todo en el caso de los
partidos menos votados.
Esto nos deja claro que el
problema de la desproporcionalidad en España no es culpa del sistema D’Hondt,
como muchos suelen decir, sino del tamaño de las circunscripciones. Ya vemos
que con una sola circunscripción no habría, en principio, problema alguno
respecto a la proporcionalidad, y también se utilizaría el sistema de reparto
de escaños actual. Un análisis de Politikon
ayuda a entender el problema del tamaño de las circunscripciones.
Como vemos en esta imagen, la proporcionalidad aumenta
conforme aumenta el tamaño de la circunscripción. En las circunscripciones
grandes, como Madrid o Barcelona, no existe una distorsión tan grande como
ocurre en las circunscripciones más pequeñas, donde menos escaños se reparten,
como pueden ser Zamora y Soria en el ejemplo. Esto ocurre porque en muchas
circunscripciones pequeñas hay más partidos que escaños en juego, por lo que es
imposible que todos los partidos obtengan representación, y si la obtienen, es
muy complicado que sea proporcional a los votos.
Por tanto, el
problema de la desproporcionalidad lo tenemos en el tamaño de las
circunscripciones, sobre todo en las pequeñas, donde se reparten 5 o menos
escaños. Decía antes que España tiene 52 circunscripciones electorales, de las
cuales 28 son pequeñas. El resto se
reparten entre 17 circunscripciones medianas -entre 6 y 9 escaños- y 7
circunscripciones grandes -a partir de 10 escaños-. Más de la mitad de las
circunscripciones españolas son pequeñas, donde más se acentúa la
desproporcionalidad electoral. Es lo que se conoce como sesgo mayoritario: muchas
circunscripciones eligen pocos diputados. Esta es una de las causas de la desproporcionalidad
electoral en España.
La circunscripción
autonómica
Como decía antes, la ley electoral española está basada en
las circunscripciones provinciales para las elecciones generales. Ya hemos
visto que la proporcionalidad electoral se ve más resentida con dichas
circunscripciones provinciales que si fuera una circunscripción única de todo
el territorio nacional. Pero qué
ocurriría con la proporcionalidad si la circunscripción fuera autonómica, es
decir, cada circunscripción para el reparto de escaños fuera cada una de las
comunidades autónomas. Para ello sumamos el número de escaños que reparte
cada provincia para saber cuántos escaños repartiría cada comunidad autónoma.
En este caso solo puedo hacer una simulación para un Congreso de 350 escaños, ya
que es imposible saber cuántos escaños repartirían cada comunidad en el caso de
que el Congreso estuviera formado por 300 ó 400 escaños.
Como podemos comprobar, no
existe una diferencia muy pronunciada entre la proporcionalidad existente con
la circunscripción provincial y la que habría con la circunscripción autonómica.
Tan solo hay un partido de diferencia (Nós), con lo que tampoco estaríamos
hablando de un Congreso muy variado en cuanto a su fragmentación.
El partido más beneficiado con la circunscripción autonómica
respecto al sistema actual sería Izquierda Unida, como en los tres casos vistos
anteriormente. No hay duda de que Izquierda Unida es la gran perjudicada con la
circunscripción provincial que utilizamos para las elecciones generales.
Con el sistema de circunscripción autonómica, los partidos
más votados seguirían estando sobrerrepresentados, aunque algo menos que en la
actualidad. En cuanto a los partidos regionales no existen grandes diferencias
entre ambos tipos de circunscripción.
Por lo tanto, y como hemos visto, la proporcionalidad
electoral mejoraría con la implantación de la circunscripción única, y la
variación del número de diputados en el Congreso, sin apenas diferencia entre
300 y 400. Creo que el problema está más en el tamaño de la circunscripción
(que no tiene que ver con el número de electores, sino con el número de escaños
asignados) y no tanto en el número de escaños del Congreso de los Diputados.
El prorrateo
electoral
Otra causa de la desproporcionalidad electoral en España es
lo que se conoce como prorrateo, es decir, el modo en que se asigna el número de escaños que van a repartirse en cada
circunscripción.
La regla de reparto de escaños entre las provincias combina
criterios de representación territorial y de representación inorgánica de la
población. Por un lado, se reparten 100 escaños a partes iguales entre las 50
provincias, más uno para Ceuta y otro para Melilla -el 29% de los escaños-; por
otra parte, se distribuyen 248 escaños -el 71% restante- entre las provincias,
ya excluidas Ceuta y Melilla, de manera proporcional a la población. Como
resultado, casi todas las provincias tienen un mínimo de tres diputados -excepto
Soria y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla-. Dado que el reparto de la población española es muy desigual entre las
provincias, lo que se produce es una acusada sobrerrepresentación de las
provincias menos pobladas y la infrarrepresentación de las más pobladas.
El siguiente gráfico presenta un diagrama de dispersión de
las proporciones del censo electoral de cada circunscripción y el número de
escaños asignados en las 572 observaciones disponibles -las 52
circunscripciones en once convocatorias electorales-. El gráfico incluye como
referencia una recta hipotética que representa un prorrateo demográfico si a
cada distrito le correspondiese el número de escaños proporcional a su censo
electoral.
Fuente: Revista Española de Ciencia Política: “La desigualdad en el sistema electoral español y el premio a la localización del voto”. Alberto Penadés y Salvador Santiuste. |
En este gráfico podemos ver un
déficit de representación en las provincias más pobladas. Una ecuación que
predice con bastante precisión el número de escaños de una circunscripción es “escaños = 1.9 + 2.5 * (porcentaje del
censo)”. Esto quiere decir que a una circunscripción (distrito) en el que
resida alrededor del 2% del censo le corresponden, en promedio, siete escaños,
con los que estaría proporcionalmente representado -siete escaños es igual al
2% del Congreso de los Diputados-.
Las circunscripciones de mayor población están infrarrepresentadas,
pues por cada punto porcentual del censo electoral obtienen, en promedio, 2.5
escaños, uno menos de los 3.5 escaños que resultaría del prorrateo proporcional
de 350 asientos. Cuanto mayor es la
población de la circunscripción, mayor es el déficit de representación. Las
circunscripciones con menos del 2% del censo electoral están, en general,
sobrerrepresentados. Una circunscripción en la que vota el 1% del censo tiene,
en promedio, un escaño más que lo que sería equitativo.
Fuente: Revista Española de Ciencia Política: “La desigualdad en el sistema electoral español y el premio a la localización del voto”. Alberto Penadés y Salvador Santiuste. |
Este gráfico muestra la coincidencia entre circunscripciones de
pequeña magnitud y sobrerrepresentadas, así como entre circunscripciones
grandes e infrarrepresentadas. La variable “peso del voto” es la razón
entre la fracción del parlamento que se elige en cada distrito y la fracción
del censo electoral que realiza la elección. Si el valor es uno, o cercano a uno, se cumple el ideal de “un
ciudadano, un voto”.
Como podemos apreciar, las
circunscripciones grandes -de 10 o más escaños- están generalmente
infrarrepresentadas. Las circunscripciones pequeñas -hasta 5 escaños- están
generalmente sobrerrepresentadas. Las circunscripciones intermedias se
encuentran, en promedio, proporcionalmente representadas.
Como decía antes, el prorrateo es
otra de las causas de la desproporcionalidad electoral. Circunscripciones menos
pobladas que reparten más escaños de los que deberían. Circunscripciones
grandes que reparten menos escaños. Es otro de los problemas que habría que
solucionar para mejorar la proporcionalidad electoral española.
El sesgo conservador
Otra causa de la desproporcionalidad
existente en el sistema electoral español es lo que se conoce como sesgo conservador, es decir, que UCD-PP
cuando han ganado las elecciones generales, lo han hecho con una ventaja mayor
a la que obtiene el PSOE respecto a esos dos partidos cuando resultan
vencedores los socialistas. Este sesgo
tiene su origen en la Transición y la configuración de la Ley Electoral.
Si queremos comparar el
rendimiento que obtienen del sistema electoral dos partidos que compiten por la
mayoría debemos adoptar el punto de vista de la competición entre ambos, por lo
que interesa conocer las diferencias de votos y las diferencias de escaños que
los separan. Más aún, lo que nos interesa es conocer qué margen de victoria en
escaños concede el sistema electoral al ganador a partir un cierto margen de
victoria en votos.
Una forma natural de medir esto
consiste en calcular el multiplicador del
margen de victoria electoral, es decir, cuántas veces es mayor la
diferencia en escaños que la diferencia en votos que separan al partido ganador
en unas elecciones de su inmediato competidor.
Fuente: Revista Española de Ciencia Política: “La desigualdad en el sistema electoral español y el premio a la localización del voto”. Alberto Penadés y Salvador Santiuste. |
En este gráfico observamos la
diferencia entre votos y escaños del PSOE respecto a UCD y AP/PP. Las cifras
negativas indican las elecciones en las que el PSOE resultó perdedor y las
cifras positivas aquellas en las que obtuvo más votos y escaños que su
competidor. Visto desde esta perspectiva, la victoria del PP en 1996 sobre el
PSOE ha sido la más amplificada por el sistema electoral, pues el margen de
diferencia en escaños es más de tres veces superior al margen de victoria en
votos. Por otra parte, la distancia que separaba a la UCD del PSOE en el
parlamento era entre 2,5 y 3 veces superior a la distancia que les separaba en
votos.
Sin embargo, la amplificación del
margen de victoria del PSOE sobre AP o el PP tiene valores más moderados, no
alcanzando nunca el 1,5. Las elecciones de 1989 son aquellas en las que el
sistema electoral más parece haber ayudado al PSOE para obtener sus resultados
respecto a su inmediato perseguidor, en este caso, el PP.
Por tanto podemos afirmar que las victorias en votos del PSOE se
amplifican con moderación, o incluso no lo hacen, mientras que las victorias en votos del PP -o de la UCD-
encuentran una respuesta más favorable en el margen de escaños sobre su
competidor.
Fuente: Revista Española de Ciencia Política: “La desigualdad en el sistema electoral español y el premio a la localización del voto”. Alberto Penadés y Salvador Santiuste. |
Este cuadro presenta el porcentaje
de votos que obtuvo en las elecciones cada uno de los dos primeros partidos en los
distintos distritos. Los datos permiten comprobar que la localización del voto
de uno y otro es bastante diferente, lo que ayuda a explicar las distintas
ventajas.
En las elecciones de 1977 y 1979
la UCD y el PSOE tenían pautas de localización claramente inversas, dándose el
caso de que el PSOE ganaba las elecciones en los distritos grandes. En 1982 la
localización del voto del PSOE todavía varía de forma considerable con la
magnitud de los distritos electorales, pero esta es una pauta que va
perdiéndose a lo largo de las sucesivas elecciones. Entre 1982 y 1989 el PSOE
pierde más votos en las circunscripciones mayores que en el resto. En 1989 el
PSOE obtiene por primera vez un porcentaje de votos ligeramente superior en el
área de los distritos pequeños que en la de los grandes, lo que se encuentra
relacionado con su relativamente anómala ventaja electoral de entonces. A
partir de 1993 la implantación territorial del electorado del PSOE se vuelve
bastante uniforme, siendo frecuente la pauta de éxito relativo tanto en el
sector más mayoritario como en los distritos grandes observados.
Por el contrario, el voto del PP
presenta siempre una correlación negativa con la magnitud de los distritos,
semejante a la de la UCD, aunque más moderada: más votos cuanto más pequeñas son
las circunscripciones. Para la UCD fue extrema: en 1977 la UCD tenía 17 puntos
más de apoyo en los distritos pequeños que en los grandes. Esta pauta de
localización se ha ido suavizando con AP y el PP, y con el tiempo, al menos en
términos relativos, dado que el voto del PP ha crecido algo más deprisa en las
circunscripciones grandes que en las restantes. Con todo, en 2004 el PP volvía
a tener 10 puntos más de apoyo en las zona más mayoritaria que en la más
proporcional, como en los años ochenta, aunque ese diferencial se redujo a la
mitad -y a su mínimo- en 2008.
Se observa una interesante pauta
entre los subsistemas en la conformación del tipo de mayoría. Cuando el
parlamento ha tenido un vencedor por mayoría absoluta -1982, 1986, 1989, 2000 y
2011- el partido ganador gana las elecciones en los tres subsistemas -los tres
tipos de circunscripciones-. En el resto de las ocasiones, cada partido gana en
su área “natural” desde la Transición: la
derecha en el mayoritario -circunscripción pequeña- y la izquierda en el
proporcional -circunscripción grande-; mientras que los distritos de la
zona media otorgan la mayoría parlamentaria, que en estos casos nunca es
absoluta.
En conclusión, salvando las
elecciones en las que uno de los partidos domina claramente al segundo, el PSOE
gana las elecciones en el área menos rentable y las pierde en el área donde más
ventaja se obtiene, y lo contrario sucede para UCD/PP. Como resultado, su derrota en el conjunto del país queda relativamente
amplificada en el parlamento, o sus victorias poco magnificadas, lo contrario
de lo que sucede para UCD/PP. Esto es lo que se conoce como el sesgo conservador del sistema electoral
español.
Hemos visto la proporcionalidad
electoral en España, sus causas y sus posibles soluciones. A modo de resumen:
-
Todos los sistemas electorales generan, en mayor
o menor medida, desproporcionalidad. Efectos mecánicos – efectos psicológicos.
-
El sistema electoral español premia a los
partidos de ámbito estatal más votados y castiga a los menos votados. En cuanto
a los partidos de ámbito no estatal suele haber proporcionalidad al estar
concentrados en un territorio determinado.
-
La circunscripción única es más proporcional que
la circunscripción provincial utilizada en el régimen electoral de España para
las elecciones generales. Un Congreso con 300 ó 400 escaños también sería más
proporcional utilizando en ambos casos la circunscripción única.
-
La proporcionalidad de la circunscripción
autonómica apenas se diferencia de la circunscripción provincial.
-
Una de las causas de la desproporcionalidad es
el elevado número de circunscripciones pequeñas. Sesgo mayoritario.
-
La proporcionalidad aumenta conforme aumenta el
tamaño de la circunscripción -recuerden que el tamaño de una circunscripción no
tiene que ver con el número de habitantes, sino con el número de escaños asignados-.
-
Otra de las causas de la desproporcionalidad es
el prorrateo. Circunscripciones pequeñas sobrerrepresentadas y
circunscripciones grandes infrarrepresentadas.
-
La derecha obtiene una ventaja mayor respecto a
su competidor cuando gana las elecciones que cuando lo hace la izquierda. Sesgo
conservador.
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