Actualmente la economía (y el
mundo en general) se encuentra bajo los efectos del coronavirus (Covid-19). Un
shock de oferta (como comenté en el anterior artículo)
que se traslada a la demanda ante la caída por decreto de consumo e inversión
de familias y empresas de todo el mundo, como consecuencia de cuarentenas y
cierres totales o parciales, obligatorios, de empresas y sectores productivos,
en la actual lucha contra la propagación de la epidemia.
Una de las palabras más repetidas
en la última década, sobre todo en el contexto de la crisis económica, ha sido “austeridad”.
Así, muchos actores sociales y partidos políticos (generalmente los sectores
más intervencionistas y defensores de la expansión del Estado) echan la culpa a
la austeridad del “desmantelamiento del Estado del Bienestar” en España.
Hace unos días la Comisión
Europea daba luz verde a la activación de la cláusula de escape (de
salvaguardia) en el Procedimiento de Déficit Excesivo (en el cual tanto el
déficit (3% PIB) como la deuda (60% PIB) están supeditadas a dicho nivel que
vigilan y controlan las instituciones europeas). Dicha cláusula de escape
prescinde temporalmente de ese límite, por lo que se podrá hacer uso de
aumentos en el déficit y deuda pública de los Estados miembro de la UE para
combatir la emergencia que representa el coronavirus, también económicamente,
que se presenta ante nosotros.
Muchas voces críticas con la
actuación de la UE durante los años de la última crisis económica celebraba
esta decisión, como un gesto que “pone fin a la austeridad” que, según ellos,
ha marcado estos años y que, por fin, la economía comunitaria podrá encarar una
serie de dificultades económicas con una política fiscal expansiva, gastando
(siempre se olvidan de la otra parte de la expansión fiscal: la reducción de
impuestos) y estimulando la demanda (grave error de quienes piensan que ante un
shock de oferta la solución pasa por gastar indiscriminadamente y estimular con
(más) dinero barato e inversión pública).
Pero ¿es verdad que ha habido
austeridad? Para responder a esta pregunta, analizo las variables económicas
que responden a dicha cuestión desde el Procedimiento de Déficit Excesivo:
déficit público y deuda pública.
Déficit público
La diferencia entre el gasto y
los ingresos del conjunto de AAPP nos aleja de cualquier fantasma austericida.
La austeridad en la literatura económica se suele caracterizar por una relajación del gasto y por la ausencia de
un déficit prolongado en el tiempo. ¿Ha ocurrido alguna de estas dos circunstancias
en España?
Respecto del gasto público
dependerá de cuál sea nuestro año de referencia para hablar o no de relajación
y recorte del gasto público, como se observa en los gráficos 1 y 2. Si se
observa el medio plazo, por ejemplo, desde 2014, primer año de crecimiento
económico de la actual fase expansiva, se ve una ligera reducción del gasto público
en términos relativos (no así en términos absolutos, donde aumenta). Por el
contrario, si se toma como referencia un periodo de largo plazo, por ejemplo,
desde la entrada en funcionamiento del euro (2002), se observa un aumento del
gasto público, tanto en términos relativos (ligero aumento) como absolutos
(gran aumento). Lo mismo ocurre si tomamos como referencia 2007, justo antes del
estallido de la última crisis económica.
¿Qué austeridad existe cuando, en
general, el gasto público no ha dejado de crecer en términos absolutos? ¿Y
siendo en términos relativos ligeramente superior al gasto público previo a la
crisis económica, en plena burbuja? En España se ha producido un aumento del
gasto sin precedentes hasta 2012 (durante los primeros años de la
crisis económica el gasto público seguía aumentando), el cual se ha revertido,
en parte, en los años siguientes (nivel similar a la burbuja, como he dicho
antes).
Se gasta en términos
similares a 2008. Por aquel entonces nadie hablaba de nivel deficiente de
recursos públicos ni de austeridad, ahora sí: la propaganda de gran parte de la
clase política española (y de medios de comunicación, actores sociales, etc.),
de aquellos que quieren una sociedad infantil para llevar a cabo su agenda
política a todas luces liberticida, también en la economía.
Respecto al Procedimiento de
Déficit Excesivo (PDE), España ha tardado 10 años en salir de él. Años y años
durante la última crisis económica de continuos incumplimientos en materia de
déficit público, como se observa en el gráfico 3. Tanto la media de la UE como
la media de la zona euro alcanzó en 2014 un déficit inferior al umbral,
mientras que España tardó cinco años más y no fue hasta 2018 (diez años en el
PDE, cuando la media de los países del euro y de la UE tardaron cinco) cuando
se alcanzó dicha cifra.
Por otro lado, España
es uno de los países de la UE que mayor déficit público ha presentado en los
últimos años (-11.3% en 2009), tan solo superado por Irlanda, Grecia, Eslovenia y
Portugal.
Deuda pública
Respecto a la deuda pública,
España también presenta un nivel mayor a la media euro y la media UE, como se
observa en el gráfico 5. Una tendencia creciente a partir de la crisis económica
y el continuo descontrol de las cuentas públicas, que solo se ha estabilizado
en los últimos años, sin apenas reducción. Años de crecimiento económico sin reducir
la deuda nos deja en una posición muy vulnerable ante shocks inesperados como
el coronavirus.
El discurso de la izquierda de
nuestro país ha dicho continuamente que el aumento de la deuda pública proviene
del rescate a las cajas de ahorros y la reestructuración bancaria, mientras
demonizaban dicho rescate. Algo falso a todas luces. Dicho rescate y reestructuración
han supuesto alrededor de 65.000 millones de euros, según indica el Banco de
España. La deuda, por su parte aumentó del 35.8% PIB en 2007 a casi el 100% PIB
actualmente (en términos absolutos, de 384.000 millones a 1.173.000 millones (1
billón) de euros). Casi nada.
La deuda pública ha aumentado en
España simple y llanamente por la acumulación de déficit público durante todos
estos años, no por el rescate y reestructuración bancaria.
Por otro lado, aquellos que continuamente
apelan a que “la deuda no importa” también erran. La deuda se paga, los
intereses se pagan, aunque los tipos de interés estén en mínimos históricos. Un
nivel descontrolado de deuda afecta al crecimiento económico futuro y al nivel de vida de
generaciones futuras, además de un incentivo a políticas laxas por parte del banco
central de turno. Los que se dicen defensores de la gente, defienden (y peor, llevan a cabo) políticas que merman el nivel de vida de la gente.
La activación de la cláusula de
escape del PDE supone la activación de mayores déficits y deuda. Como se ha
visto en los anteriores párrafos, España parte de una situación muy vulnerable
debido a años de escasa eficacia en materia de estabilidad presupuestaria y reducción
de deuda pública.
Ahora, a gastar, porque los políticos
suelen utilizar la teoría económica a medias, por interés. Una política fiscal
expansiva, como he dicho antes, puede ir en dos direcciones: aumentar el gasto y/o
reducir los impuestos. Nuestro gobierno solo quiere ir en la primera dirección (de
la segunda como mucho hablan de aplazamiento, pero ni condonación ni
reducción).
Como expliqué en mi anterior artículo,
un shock en origen de oferta necesita medidas y soluciones de oferta. En ese aspecto una
reducción de impuestos (y tributos en general) es bienvenida y más cuando se necesita liquidez (y
solvencia en caso de una epidemia a medio-largo plazo).
Luchar contra el coronavirus con
herramientas incompletas sería un grave error. Depender solo de un aumento del
gasto público (y más si éste se destina a incentivar el consumo y la inversión
en momentos de parálisis de la producción mundial) sería otro gravísimo error. Aumento
del gasto sí, pero con cabeza (incluso con contrapartida de reducción del gasto en partidas donde no sea imprescindible y no tenga efectos el coronavirus). Utilizar la cláusula de escape del PDE y un mayor
déficit para proteger el máximo tejido empresarial posible y que las familias
no se vean demasiado perjudicadas por este shock exógeno. Estimular la demanda agregada
ahora mismo no tiene sentido (primero habrá que restablecer la oferta agregada).
El coronavirus demuestra que en
cualquier momento la economía puede sufrir un shock inesperado que haga más
necesaria que nunca una previa estabilidad presupuestaria. Años de incumplimientos
en materia fiscal (no ha habido austeridad por mucho que digan algunos) y de
actitud laxa hacia el déficit y la deuda nos dejan (apenas) sin margen. Ahora,
a aumentar el déficit y la deuda en una situación que haga más vulnerable
nuestra economía. Otros países sí han hecho los deberes estos años y serán los
que encabecen la recuperación, como siempre. España saldrá de esto, sí, pero con
un nivel mayor de déficit y deuda pública. No hacer los deberes tiene
consecuencias. Ojalá se aprenda la lección para la próxima ocasión.